domingo, 20 de septiembre de 2009

Monopolio del sufrimiento

Antes que nada, debo advertir que quizá las opiniones vertidas en este post serán controvertidas. Sólo debo aclarar que, en ningún momento, minimizo ni eludo ni niego ni nada el atroz genocidio/holocausto en contra de los judíos a manos de los fascistas europeos.

Anoche vi una película muy buena basada en una novela: El niño con el pijama de rayas. Es, una vez más, una película sobre la segunda Guerra Mundial, sobre los campos de concentración, sobre los judíos gaseados y quemados, sobre los alemanes nazis convencidos de la grandeza de la patria...
Lo importante no es la película en sí sino la reflexión que me provocó verla. Una vez más tenemos una película (o una novela, una exposición, un museo) que nos recuerda constantemente el dolor indescriptible del pueblo judío durante la Segunda Guerra. La reflexión fue: Los judíos tienen el monopolio histórico del sufrimiento, del dolor, del rencor y de la obligación de obtener disculpas. ¿Por qué tenemos tan pocas películas -y sobre todo tan poco populares y mediatizadas- sobre Rwanda, sobre el genocidio armenio, sobre Palestina, sobre Cambodya bajo el Khmer Rouge, sobre Chechenya? La pregunta es legítima: ¿Por qué el pueblo judío tiene acceso casi irrestricto a tantos espacios de los medios de comunicación y de las expresiones culturales? Seguramente porque ha sabido capitalizar, con muchos recursos políticos y económicos, ese funesto episiodio de la historia a su favor, al grado que condenar las atrocidades que cometen en Palestina es interpretado, en algunos círculos, como negar el holocausto (como sí lo hace Ahmadinejad, pero como no lo hacemos los demás).

No deja de ser una situación desigual y asimétrica. Algunos dirán que 6 millones de judíos muertos no equivalen al millón de armenios, a los 800,000 rwandeses o a "apenas" 200,000 palestinos. Pero, ¿por qué deberíamos medir la gravedad de una situación tan sólo por el número de víctimas y no, también, por las implicaciones que tiene, por las intenciones de los culpables y hasta por la reacción de las víctimas? ¿No debiera ser, por ejemplo, mucho más trágico, criticado y recordado el genocidio bosnio de hace quince años justamente por haber sido después del holocausto judío, cuando se supone que el Mundo habría aprendido a no cometer tales atrocidades?
¿No debería ser mucho peor el genocidio en Rwanda que en Europa de los cuarenta porque nadie intervino? Después de todo, una guerra mundial (que acabó por "liberar" a los judíos que sobrevivieron) resultó de las tensiones internacionales que creaba la política nazi. Después de todo, la OTAN intervino en ex-Yugoslavia por consideraciones geoestratégicas (y no necesariamente humanitarias).

A pesar de ese monopolio mediático y cultural del sufrimiento histórico, critico profundamente al Presidente iraní que, todavía hace tres días, volvió a mitificar (y por lo tanto negar) el holocausto en contra de los judíos de europa.

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