viernes, 18 de diciembre de 2009

Fracasos amibentales a escala mundial

Copenhague 2009, la esperadísima cumbre ambiental mundial, fue un fracaso.
¿Que si ya me lo esperaba? Por supuesto que sí: resulta que durante muchos años todas las grandes economías del mundo se pasaron por el arco del triunfo los acuerdos y las recomendaciones emanadas del pacto de Kyoto y las reuniones en Río hace ya más de quince años. Copenhague, en ese sentido, era importantísima, prioritaria, inaplazabe. El mundo necesita de un nuevo pacto colectivo para combatir, racionalmente, los efectos negativos que sobre el Medio Ambiente tienen nuestras actividades económicas diarias. Si ustedes se asoman a www.breathingearth.net verán que países como China y EU emiten al menos una tonelada de CO2 cada seis segundos.

Pero que un nuevo acuerdo fuera prioritario para los ambientalistas, científicos y gente de a pie no significa que así lo fuera para los gobiernos y los grandes intereses económicos. Sin querer hacer una serie de acusaciones panfletarias contra el gran capital y los gobiernos burgueses (aunque quede claro que sí tienen la culpa), nada más quisiera que analicen cómo una "pequeña" conferencia ambiantal refleja casi inequívocamente las dinámicas diplomáticas de hoy día, casi todas fallidas.

Resulta que hay, de entrada, un gran conflicto entre países ricos y pobres. Grosso modo, los países pobres quieren que los ricos "financien" los programas de rescate ambiental, mientras que los ricos se niegan y prefieren que, o bien todos paguen lo mismo (injusto), o que los países todavía no industrializados limiten sus expectativas y dejen de pensar en su industrialización porque ese proceso implica un desgaste ambiental impresionante (doblemente injusto porque cuando Europa o los EU se industrializaron contaminaron más que un pesero chilango). Sabemos que es extremadamente difícil determinar dónde está la diferencia entre ricos y pobres. Sí, quizá Liberia sea sin duda pobre y Luxemburgo rico, pero ¿qué hay de Turquía, Brasil, China, México o Sudáfrica? Sin duda son muchos los países que deberían pagar, de alguna forma o de otra, los proyectos de desarrollo sustentable y rescate ambiental --de hecho yo creo que sólo un puñado de países extremadamente pobres podrían estar "libres" de tales pagos.
El problema de quién pagará es sólo uno de los que no pudo resolverse ahora en Copenhague, pese a que México, en unidad con gobiernos como el noruego, propuso un esquema medio oscuro de pagos más o menos parejos para cada país. Otro problema, quizá más grave, fue el de las metas y los objetivos a establecer. Mientras que por un lado la Unión Europea se comprometía a disminuir en 20% sus emisiones de CO2 antes de 2020, los Estados Unidos fueron incapaces de proponer algo mejor que un pinche 4%. Esto habla de la falta de interés del mayor contaminante del mundo, a la vez que deja entrever el escepticismo de todos aquellos (políticos y demás) respecto a las verdaderas consecuencias del cambio climático.

Copenhague pasará a la historia como una reunión fallida sin acuerdos vinculantes (tan sólo una pequeña declaración común) y sin intenciones genuinas por definir programas de desarrollo sustentable.

En un año tendremos la misma serie de conferencias y reuniones en la Ciudad de México. En medio de una crisis económica que no parece terminar y una incertidumbre radical con respecto a lo que pueda pasar en este planeta (en témrinos políticos, sociales y ambientales), podemos pronosticar sin demasiados riesgos que la cumbre de México será igual de inútil y pobre que la de Copenhague.

Lástima por los polinesios que están perdiendo sus islas, por los millones de migrantes ambientales en nuestro planeta y por los osos polares.