martes, 7 de septiembre de 2010

¡Ay, Gitana! (a tí te están dando mala vida)

Reporta la revista inglesa The Economist que recientemente en una pequeña ciudad eslovaca la policía arrestó a seis jóvenes que, supuestamente, habían robado una bolsa. Los obligaron a desnudarse, a besarse y, finalmente, a golpearse. Mientras duró el espectáculo los policías no dejaron de reir e, incluso, grabaron un video que después hicieron público, humillando todavía más a los presuntos inocentes.
También en Eslovaquia hubo una balacera de las que antes sólo ocurrían en los Estados Unidos. Un hombre armado habrió fuego contra una familia y otros inocentes. Murieron ocho y él se suicidó. Siete de las víctimas tenían algo en común con los seis jóvenes humillados.
En Belfast, Irlanda del Norte, hay incluso una versión moderna de un pogrom en el que viven personas que, a su vez, tienen mucho en común con los siete muertos y los seis humillados. Finalmente, leí también que en Hungría la policía obligó a una familia a salir de su casa, aparentemente sin razón alguna, la obligó a correr y después disparó. Cinco murieron, incluido un niño de cinco años. Adivinaron: también hay algo en común entre los cinco, los seis, los siete y los del pogrom.
En español llamaríamos a esta gente víctimas de la injusticia, inocentes o, simplemente, desdichados. La verdad es que tienen, además, otro nombre: gitanos o zíngaros.


[Para ellos la vida NO es pintoresca, o no siempre]

La ola de violencia en contra de la población gitana, quizá el grupo étnico sin Estado propio más grande de todo el continente, no es reciente y se enmarca perfectamente en el regreso voraz de una derecha y una extrema derecha violentas, inequitativas y racistas en el viejo continente. El más reciente de los escándalos tiene que ver, una vez más, con el gobierno derechista de Sarkozy, allá en el Elíseo. Durante el verano francés, el gobierno de "Sarko" decidió expulsar a varias centenas de gitanos bajo el argumento de que su estadía en Francia era irregular. Claro está que cada maldito Estado goza del derecho de decidir quiénes entran y quiénes no, pero, una vez más, estos ejercicios de política racista aparecen sin fundamentos ante el grueso de la opinión.
Francia decidió que estos gitanos serían repatriados a Rumania y a Bulgaria (decisión no necesariamente arbitaria pues, al parecer, todos ellos tenían documentos oficiales que probaban su nacionalidad) por haber entrado ilegalmente a territorio francés. ¿Ilegalmente? ¿Y qué hay del pacto Schengen, según el cual todos los ciudadanos y residentes de la UE pueden moverse libremente por todo el territorio? La primera respuesta francesa, que ni siquiera tenía que ver con decisiones de política interna, iba algo así: "el libre tránsito no es incondicional: así como el Reino Unido se abstiene de formar parte de Schengen, Rumania y Bulgaria todavía sufren ciertas excepciones en cuanto a la movilidad de su gente: no están 100% integrados en el espacio común europeo".
La respuesta es correcta, pero es una salida cobarde pues no afronta las decisiones tomadas desde el centro de la política francesa. ¿Acaso otros países europeos han hecho lo mismo de la misma manera? No. Francia lleva, en cambio, varios años jugando a la repatriación de gitanos al Este. Después vino una justificación del interior (que tampoco fue explicación). Según oficiales del gobierno francés, Francia es el segundo país del mundo que recibe más demandas de asilo y que, naturalmente, aprueba una gran parte (el primer lugar es Estados Unidos, pero no me quedó claro si también es el país que más solicitudes aprueba). Bajo ese argumento, el Elíseo defendía sus actos con datos en contraparte: "nosotros recibimos a muchos asilados. Si los gitanos se quieren asilar, que se formen en la ventanilla G34".
Eso no está en discusión. Qué bueno que Francia acepte tantas demandas de asilo en un mundo con más de 15 millones de refugiados externos. Pero la decisión de expulsar a los gitanos es algo radical. Además, Francia atraviesa por un pésimo momento para excesos racistas (si es que acaso hay buenos momentos para ello), pues se supone que está absorta en pleno debate de las "características de la identidad nacional". Hace poco Sarkozy también sacó el cobre determinando que la nacionalidad francesa es arrebatable, bajo ciertas circunstancias relativamente obscuras, a ciudadanos de origen extranjero (a los franceses güeritos, no).
Para muchos el tema gitano no es tan grave. Finalmente, se trata de "nómadas" que se compromenten poco o nada con los Estados por los cuáles transitan. Si están "de viaje", no pagan impuestos más allá del consumo y no siempre respetan a cabalidad las normativas locales. Pero la vida es bastante cruel para aquellos que se instalan en los países por los cuales cruzan. Los niveles de escolaridad, de empleo y de seguridad social son bajísimos entre la población gitana.
Habrá quienes esgriman el argumento cultural. Si lo hacen no errarán del todo, pues es cierto que muchos aspectos de la cultura gitana son regidos por un patriarcalismo machista y poco abocado a la educación -especialmente de las niñas-, según el cual los niños son siempre más útiles trabajando que estudiando. Además, pero no sé en qué medida esté relacionado con la cultura, la inicidencia delictiva es claramente mayor entre la población zíngara. Claro que queda la justa duda: ¿acaso no es la violencia y la delincuencia producto de las condiciones de intolerancia, marginación y desigualdad en las que viven los gitanos? Sí, yo creo que sí.

Otros insisten en que los gitanos son unos "cabezotas". Muchos españoles argumentarán que si viven en casas móbiles o en cavernas (verídico), es por decisión propia. Muchos dirán también que son ladrones por convicción y reputación. En la Toscana, los mendigos que vi eran en su mayoría gitanos (y niños) que, además, se enojaban si el "cliente" no dejaba suficientes monedas. Quizá sean, en efecto, individuos duros y algo tosocos: platicaba Claudia que cuando mi Mariscal J.B. "Tito" decidió que los gitanos vivirían en las ciudades yugoslavas, como todo mundo, y que por lo tanto recibirían departamentos, muchas familias gitanas seguían manteniendo cabras, gallinas y fogatas dentro de los departamentos, provocando no sólo la cólera de los vecinos sino el deterioro de las instalaciones.







[Algunos parecen maras pero, aún si se portaran como ellos, no son la minoría]





Pero ninguno de los anteriores es un argumento válido. De hecho, la intolerancia nunca tiene argumentos válidos. Los gitanos llevan milenos cruzando fronteras a su voluntad (imagínense, comenzaron en la India) y sus lealtades estatales son, comprensiblemente, débiles (y no deberían ser de otro modo). Los judíos sionistas querían un Estado a toda costa. Muy bien, ya lo tienen e hicieron una mierda en el vecindario. Los gitanos no quieren necesariamente un Estado (además, a ellos, nadie se los daría). Pero tampoco es razón para mantener actitudes tan radicalmente burdas frente a ellos. Ellos configuran más de 6% de la población en países como Hungría, Eslovaquia, Rumania, Bulgaria (incluso 13%) y Serbia. Pero eso no evitó a un diputado húngaro de Jobbik (partido fascistoide) pedir que los gitanos fueran "internados en masa" (¿a alguien le suena conocido? Sí, a mí también).
Difícilmente este texto servirá de denuncia (no tengo ningún lector húngaro en mi lista), pero saben ustedes que no desaprovecho la oportunidad de criticar algo... o de contar un cuento. Bastará quizá con que la próxima vez que hablen con algún europeo que les presente generalizaciones babosas acerca de los gitanos lo miren con desdén, le alcen la voz y lo regañen. Claro que los gobiernos son los primeros responsables (vean nomás a Sarko), pero las sociedades europeas no se han portado mejor. Una de las grandes ironías es su defensa de la "solidaridad nacional" que se contrapone a su inquebrantable intolerancia frente a los individuos que no quieren abrazar de la misma forma su idea de nación.
[Mejor escuchen a Gogol Bordello, excelente banda de Gypsy-Punk]


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