domingo, 2 de mayo de 2010

Primero de Mayo en Berlín





Todo salió bien, incluso como previsto. Cada año las organizaciones socialistas, comunistas, autonomistas, antifascistas y anarquistas se manifiestan en Berlín, el 1ero de mayo, exigiendo un cambio radical del sistema económico internacional capitalista. Algunas reivindicaciones paralelas, como el autogobierno en Kreuzberg (barrio berlinés que es siempre el escenario principal de esta marcha) o la prohibición de partidos y organizaciones neo-nazis, acompañan la gran manifestación. Por otro lado, Kreuzberg se vista de fiesta ese mismo día, y todo ello por diferentes razones que aquí van.

Durante la época del bloqueo total de Berlín por los soviéticos en 1947, tiempo durante el cuál los gringos y británicos organizaron el famoso puente aéreo que proveió de bienes a Berlín del Oeste, Kreuzberg quedó relegado como vieja barriada obrera y recibió relativamente poca atención. Resulta que Kreuzberg, aunque siempre fue Berlín del Oeste, está geográficamente "apeninsulado" en Berlín del Este. Por tres de sus cuatro bordes estaba rodeado por el Muro. Su población, siempre obrera antes y durante la Segunda Guerra, fue rápidamente mezclándose con las nuevas olas de inmigrantes que arribaron a Berlín a partir de 1960. Turcos en su mayoría, pero también ex.yugoslavos, griegos, búlgaros, polacos y, poco a poco, árabes y rusos.
Kreuzberg, desde entonces, es un barrio multicultural, "pobre" y dinámico. Es hogar también de viejos "sesentayochistas" y hippies trasnochados, así como de intelectuales radicales (a izquierda, claro), estudiantes comprometidos y artistas alternativo-pedantes.
Ese cóctel es explosivo. Todos los años se organiza una gran marcha que exige un cambio total de los valores y preconizaciones económicas. Una buena parte del grupo está genuinamente compuesta por gente a la izquierda, digamos que en su mayoría politizada. Y no me refiero a esa izquierda que no es izquierda porque está muy al centro o muy poco comprometida (la socialdemocracia de hoy), ni tampoco a esa que no lo es porque se quedó en el viaje equivocado (los estalinistas dictatoriales, poco marxistas y nada sensatos). Me refiero a esa izquierda más o menos comprometida y sincera. Socialistas, demócratas sociales (de antaño, i.e, no de los partidos políticos de hoy), anarcosindicalistas y uno que otro grupo idealista de antifascistas.
Bien, pues todos ellos destacan por una participación pacífica y coherente. No al capitalismo, no vamos a dejar tampoco que se privaticen (vendan) los edificios de la zona y sus departamentos; exigencias de trabajo justo para todos y en todos lados, fin al neocolonialismo de las transnacionales, fin al experimento financiero capitalista que dio origen a la crisis... Por todos lados llegan exigencias y demandas profundas contra un sistema que todos sabemos cuánto ha fallado.
Lo "radical" de la protesta lo encabezan pequeños grupos anarquistas con pretensiones de guerrilla urbana. Su exigencia número uno es poner fin al uso del poder por parte del Estado mediante la policía, ergo, su blanco principal es ésta. El ataque nunca es paritario (los polis van armados, la gente no), y es más bien una breve escaramuza que se prolonga en la medida en que no haya heridos graves: si llegase a haber policías gravemente heridos, o muertos, todo terminaría en un santiamén, quizá con mucha violencia de por medio.


Esto fue lo que pasó ayer.


Todo comenzó mucho más temprano que de costumbre pues, por primera vez desde 2004, los grupos neonazis organizaron una manifestación en el norte de la ciudad.
El punto de reunión, a las nueve de la mañana, al que confluyeron los distintos grupos antifascistas y ciudadanos de a pie, fue un alegre andén de metro. Ahí llegué yo puntual para hacerle frente a la incontestable realidad: a casi ningún estudiante de intercambio en Berlín le interesa bloquear nazis. Ahí nos repartieron información más o menos precisa sobre la ruta que pensaban seguir los neofascistas y de los puntos de bloqueo planeados. Fue interesante constatar cómo la organización de una marcha en Berlín es tan sencilla y a la vez precisa. Nada de grandes ladridos desde alguna tarima para convocar a los acarreados: más bien, familias, jóvenes y hasta gente mayor que confluyen por voluntad propia. Tomé solo el metro (aunque solo es un decir, pues había unas cuatrocientas personas conmigo que iban a la manifestación) hasta la estación en cuestión. Ahí encontré al buen Nicolás, canadiense políglota y estudiante de intercambio, igual que yo, que junto con algunas chicas francesas que luego nos alcanzaron confirman la excepción a la regla antes mencionada.Pronto se dividió la marcha en distintos grupos de tal suerte que pudiésemos todos intentar bloquear, desde puntos distintos, la marcha nazi. Antes de continuar, habrá que hacer un breve paréntesis. Es cierto que aquí en Alemania la gente se refiere indistintamente a los grupos de extrema derecha como nazis, neonazis o fascistas, pero hay que precisar un par de cosas.
1) La Constitución alemana prohíbe el uso de símbolos y eslóganes de la época nazi y, por lo tanto, es ilegal manifestarse por las calles con esvásticas, cruces gamadas o demás símbolos hitlerianos. Sin embargo, las nuevas organizaciones de extrema derecha, con nuevas banderas y nuevos nombres, tienen igual derecho a manifestarse como cualquier otro grupo social o político. Su demanda principal, utilizando también el primero de mayo, es el respeto al "trabajo alemán", lo que significa sin mayores rodeos que pugnan por leyes antiinmigrantes, por diferenciaciones estrictas entre alemanes y extranjeros y por un estado de excepción que aisle a los migrantes. Son grupos tremendamente intolerantes y violentos, pues en distintas ocasiones agreden a jóvenes de origen extranjero, a punks y a gente que se vea más bien de izquierda.
2) Hay un debate ético que se impone. ¿Es correcto entonces permitir manifestaciones de estos grupos? Basándonos en la democracia alemana, sí. Es importante que todo grupo social tenga derecho a manifestarse y expresarse, y eso no tiene vuelta de hoja. Lo que sin duda queda en suspenso es determinar qué derecho tienen otros grupos sociales para intentar bloquear una manifestación. Ahí es donde la puerca tuerce el rabo. Por un lado, la derecha argumenta que no tenemos ningún derecho en bloquear una manifestación de los radicales porque no están siendo violentos, y que si en todo caso llegasen a serlo, entonces la policía intervendría. Sin embargo, su propia organización política y social es violenta, aunque sea de manera pasiva. Son intolerantes e irrespetuosos frente a extranjeros y frente a grupos de izquierda. La izquierda reclama el derecho a bloquearlos justamente por que sus demandas son violentas, aún si la forma de exigirlas no lo sea (al menos en el caso de la manifestación).

Bien. Recién dividido nuestro grupo en dos distintos, emprendimos la marcha hacia donde eventualmente teníamos que organizar un primer bloqueo. Corrimos un poco para intentar llegar antes de la policía que ya bloqueaba todas las entradas a la avenida por la cual se manifestarían los nazis. Debimos, por lo tanto, hacer un primer rodeo de un par de cuadras (en lugar de caminar directamente por la avenida en cuestión) hasta llegar a una avenida con camellón que desembocaba en la que usarían los manifestantes neonazis. Nuestro grupo era variopinto: familias, ancianos e incluso un par de políticos del partido de izquierdas (Die Linke). La mayoría, sin embargo, éramos jóvenes de entre 15 y 30 años, muchos vestidos de negro y con intensiones de presión/resistencia un poco más rudas que las de una simple marcha. Así pues, en ese primer punto improvisamos en dos segundos una barricada minúscula con rejas que originalmente servían a la restauración de un edificio cercano. Algún imbécil prendió fuego a un poco de basura y se aseguró de que fuera una flama grande y constante. Otros corrieron a provocar con palabras a los policías para obligarlos a correr hacia la "barricada". Éstos respondieron y lograron empujar al suelo a un par de individuos más bien despistados (los que habían provocado o puesto fuego fueron más veloces en la retirada). Ese tipo de operaciones o "escaramuzas" se repitió varias veces a lo largo de la mañana.
El grupo debió seguir buscando por otras calles la manera de llegar a la mentada avenida y bloquearla. Sin embargo, pronto fue evidente que la mejor táctica sería hacer plantones relativamente amenazantes en los linderos de esa avenida para que los policías se vieran obligados a bloquearla, evitando cualquier enfrentamiento de nuestra parte contra los nazis. Así, cada que íbamos corriendo por las callejuelas que podían conducirnos a la avenida de los nazis íbamos forzando bloqueos por parte de la policía, lo que impidió, al final de cuentas, que los nazis llegaran lejos.
En concreto y para no hacerles el cuento largo, después de algunos momentos de actividad que se alternaban con pausas aburridísimas e incertidumbres babosas, el grupo se asentó en el cruce de dos grandes calles donde nos encontramos con muchos otros grupos. Ahí, unas dos mil personas impedíamos que policías o nazis intentaran forzar la marcha. Hubo música y las panaderías y demás tiendas del cruce hicieron su agosto. Pronto fue casi verbena popular y confluyeron los vecinos de la zona, lo cuál pronto diluyó el color negro predominante de los manifestantes originales. Eso fue como a las 11.30 am. Entre esa hora y las 14.30 estuvimos esperando a que llegara más información. Finalmente supimos que los otros bloqueos habían sido igual de exitosos que el nuestro y que la policía se había visto obligada a poner fin a la marcha de los nazis. En total eramos 10,000 en los tres o cuatro distintos bloqueos... y los nazis nunca fueron más de 600. Yo nunca vi uno sólo. Cuando vi las fotos esta mañana en internet descubrí que los nazis marcharon siempre rodeados y vigilados por la policía. Queda la pregunta: ¿por qué chingados la policía los protege desde el principio? Quizá es tan sencillo como porque son enorme minoría y temen que de veras les caiga encima una marabunta.

Todo eso fue medio excepcional. Lo que cada año siempre sucede, en el famoso Kreuzberg, empieza más tarde.
Nosotros fuimos ahí por ahí de las 15 horas y aprovechamos de la fiesta (en su mayoría turca) que se organiza en el barrio. Muchas calles quedan peatonales y hay vendimia de todo tipo de comida turco-berlinesa (muy buena), cervezas y música para todos los gustos. Nos fuimos a aplastar a un pequeño jardín cerca de donde la comunidad kurda bailaba al ritmo de la música de un kurdo retefamoso (para ellos; yo ni idea tenía de quién era). Ver la forma en que la comunidad turca se organiza y comporta en Berlín me ha provocado muchas reflexiones y comparaciones con los migrantes mexicanos en EU. Eso ya será materia de post posterior.
En esa farra callejera comimos y bebimos, importante preludio a la mística marcha.
Esta vez 20,000 personas manifestamos por las razones que les mencionaba arriba. Los métodos son iguales que en todos lados: pancartas, banderas, insignias, gritos al estilo "alerta!, alerta!, antifascista!" y demandas más concretas en contra del capitalismo. No fue una marcha larga: en una hora habíamos terminado y poco a poco una buena parte de la gente se fue dispersando. Seguimos, un poco por curiosidad y un poco por distracción, a los grupos anarquistas. Ahí es donde la cosa se pone más caliente. Estábamos todos a la espera en un pequeño parque triangular, bordeado siempre por edificios. En su parte sur, por donde llegó la manifestación original, pasaba una calle perpendicular. Al norte, una sola pequeña salida daba a otra calle y a un segundo parque amurallado. Esa pequeña desembocadura fue el primer escenario de la violencia. Grupos anarquistas y autonomistas encararon a unos policías que no querían dejarlos pasar más allá de esa callejuela. Pronto hubo empujones y de volada comenzaron a sonar las botellas estallándose en el suelo o en los escudos y cascos de los polis. Repliegue total de fuerza: unos cincuenta policías corretearon, en etapas, a los ahí presentes. Varias veces corrían y regresaban contentándose con golpear a uno o dos de los manifestantes. Cada vez regresaban los anarcos y volvían a lanzar botellas y petardos.
Nosotros no nos refugiamos ni nos involucramos. En algún momento estaba yo un poquitín expuesto y me empujó un policía, pero por ningún motivo iba yo a ser llevado por estos sujetos a los separos. Por nuestra parte, después de este enfrentamiento más o menos violento, en el que algunos salieron sangrados y otros de plano no volvieron porque se los llevó la tira, esperamos a que se replegaran los anarcos de nuevo hacia el sur. Poco a poco, como una avanzada militar que va ganando terreno, los policías ocuparon la plaza, se aseguraron que no quedara ningún individuo violento, y se fueron a perseguir a los anarcos más al sur, allá donde la lucha siguió algunas horas pero yo ya no me enteré de los detalles.



Yo pude haber tomado esa foto... pero no llevaba cámara. Vi a ese sujeto por atrás y luego cómo lo atrapaban y se lo llevaban.

En esta plaza nos quedamos aprovechando que los cafés de ésta sacaron a la ventana bocinas, invitaron a un DJ y armaron la fiesta en la calle. Al principio fue chistoso pues la gente se ponía a bailar sin mayores reparos mientras todavía pasaban policías por la plaza. Después, sin más, la plaza fue una sola fiesta. De vez en cuando pasaba algún policía en camino al reagrupamiento con los suyos, pero nada más.
Yo me fui temprano (como a las once de la noche), pues llevaba ya como 14 horas de pie (quizá con una o dos de pausa) y también varias en marcha o carrera. Cuando le caí hacia la estación de metro más cercana descubrí que la manifestación y su consiguiente episodio de violencia había pasado casi desapercibido por la mayoría de los presentes. La calle principal que daba al metro estaba repleta de gente festejando no sé qué. Todos los bares a reventar, todos con música en las ventanas para los que preferían beber afuera. Era la continuación del Mai Fest que empezó como una verbena callejera y terminó en algo parecido al cervantino.
El terreno de batalla quedó atrás. Allá estaban las botellas rotas, los intentos de barricada y los dos o tres botes de basura incendiados. Allá seguían los polis apaleando gente desarmada. Pero la gran mayoría de Kreuzberg estaba de fiesta.


A partir de las nueve de la noche había que ir buscando los lugares de enfrentamiento. Este fue el último que vi en el que incendiaron los botes de basura.

Las posibles reflexiones, en breve.
1) Resulta que ha sido uno de los 1eros de mayo menos violento. Relativamente poca pelea y pocos presos. Los polis, un chingo, no armaron taaanto desmadre. Eso yo no lo puedo comparar pues no he estado ahí antes, pero sí puedo creer que con respecto a lo que me han contado de ediciones anteriores, esto estuvo leve.
2) ¿Por qué siempre hay tantos policías en las manifestaciones? Las respuestas son quizá obvias: porque nadie confía en la acción colectiva; porque las masas son peligrosas; porque se trata de gente de izquierda; porque dentro del grueso de la marcha hay gente con intensiones medio gruesas, como lanzar botellas, cócteles molotov y demás. Sí, lo sé. Sin embargo, no deja de ser criticable. Los policías van vestidos como verdaderos robocops con armaduras de plástico, guantes duros y cascos. Llevan armas y gases lacrimógenos. ¿Están ahí para garantizar la seguridad de alguien o algunos o están ahí para amenazar e intimidar? ¿Qué pasaría si en una manifestación que inicia siendo pacífica no se presentara un sólo policía? ¿Habría igual violencia? ¿Contra quién se dirigiría?
3) La cuestión evidente que nos patea a todos los idealistas. Las marchas contra el capitalismo sirven de nada. Cualquier banquero, empresario o lo que sea que vea una manifestación que exige el fin del capitalismo reiría. Y no por los argumentos gastados de "la gente lleva tenis adidas" o porque van bebiendo "jugos en envases tetrapack que son un monopolio", sino porque evidentemente no es con una marcha de 20,000 personas que se va a lograr algo. Si estamos conscientes de ello, ¿sirve de algo incendiar patrullas? ¿Entonces cómo le hacemos?

2 comentarios:

p. dijo...

d.: estoy muy orgulloso de vos (aunque tu texto sea un poco largo y caótico).

qué tenemos que hacer nosotros, los hombres de izquierda, no lo sé, mano. quizá:

a) por el momento, seguir resistiendo en los pequeños frentes - materiales y simbólicos; no dejar de resistir.

b) no leer solamente ciencias sociales conservadoras, comprometidas con el orden de las cosas. buscar lo mejor del pensamiento de izquierdas - ser como los mejores hombres de izquierdas y comenzar siempre por criticar nuestros propios dogmas.

c) a partir de allí, ir pensando en nuevas estrategias - en ciertos contextos, en contextos adversos, habrá que evaluar las causas de la derrota, ver qué es lo que se puede hacer; en contextos más favorables, ver cuál es la mejor manera de colaborar.

d) y, sobre todo, no perder el contacto con el mundo, con lo que ocurre afuera, no quedarse encerrados en la torre de marfil: no abandonar la acción.

un fuerte y caluroso abrazo de tu amigo,

p.

p. dijo...

adenda:

d.: me doy cuenta de que, por apurado, no mencion/e las virtudes de tu texto (pero s/i los defectos, t/ipico de la obsesi/on con la perfecci/on). lo primero, lo m/as evidente: mucha honestidad. lo segundo, serenidad para hablar de cosas de las que es dif/icil hablar con serenidad. lo tercero: un texto que, no se exactamente c/omo, da muchos /animos.

por otra parte: dije hombres de izquiera cuando deb/i haber dicho mujeres y hombres de izquierda, pues. Si una companiera pasa por ac/a y lee esto se entender/ia que se enoje.

un abrazo,