martes, 7 de julio de 2009

Experiencias electorales

¡Miles y miles de ciudadanos se dirigen presurosos a las urnas! ¡ Están a punto de tomar una decisión elemental y certera con respecto al rumbo que tomará la política nacional! ¡Llenos de fervor y de emoción, los ciudadanos emiten sus votos, discuten y debaten y, finalmente, siguen con interés in crescendo los avances electorales del PREP!

Nada más alejado de la verdad. Pero no nos desviemos del punto. Acá querré externalizarles lo que para mí significó mi primera experiencia electoral mexicana (les adelanto que no significó gran cosa) y las conclusiones que he sacado, apresuradamente, de los resultados.

El domingo cinco de julio me desperté tarde. Había dormido como diez horas, lo cual de entrada no es normal en mí. Lo primero que hice fue conectarme a internet y buscar una transmisión razonablemente buena de la segunda etapa del Tour de France que partía de Mónaco hasta Brignoles (que por cierto ganó un británico simpático, Mark Cavendish... en fin). Después de ducharme bajé a comer un plato de cereales de esos que crujen bajo las mandíbulas. Mis tíos, panistas del DF y asiduos electores, bajaron en cuanto yo terminé y, después de asegurarnos en internet de la ubicación de la casilla, salimos los tres a votar.
La casilla no estaba donde prometido. No fue grave (al final acabó en un estacionamiento del otro lado de la manzana), pero me recordó las elecciones infantiles del año 2000 en las que mis hermanos y yo acompañamos a mi madre a "vigilar" el óptimo funcionamiento de las casillas infantiles en las comunidades rurales de los municipios de Guanajuato y vecinos... Ah, claro, me recordó lo anterior porque también ahí nos encontramos varias irregularidades: casillas no instaladas o que habían cambiado de lugar sin avisar o que no tenían suficientes boletas... en fin.
El caso es que encontramos la casilla. Según yo, vacía. (La primera vez que ví una casilla -y que lo recuerdo- fue en las elecciones presidenciales de 1994 y estaban a reventar. Cuando por fin le tocó a mi papá tomar sus boletas, lo acompañé a votar y entré con él a ver la boleta mientras la tachaba. Haciendo gala de mis conocimientos básicos de lectura -apenas iba a cumplir 6 años-, le indiqué a mi papá el logotipo azulblanco diciéndole "mira, éste debe ser bueno, se llama igual que yo". En vez de estrangularme -yo lo habría hecho- mi papá simplemente me dijo "no m'hijo, ese no es tan bueno" y tachó a Cárdenas).
Bueno, ya. La casilla estaba muy solitaria. Me tocó recibir mi boleta de volada y de volada entré al tripié con capa que cubre al ingenuo elector. Como pasé primero por la casilla federal, crucé el logotipo del PT asegurándome, innecesariamente, que en la parte de atrás la lista de plurinomilanes de este partido sí la encabezara Porfirio Muñoz Ledo. Me regresaron mi credencial con un "Diego Macías" (pues, para variar, el Woitrin es impronunciable") y me marcaron el dedo con una tinta que no dejó huella alguna. Babosos.
Pasé de volada a la casilla local. Los funcionarios de ésta, vestidos con playeras del IEDF, se movían de un lado a otro asistiendo a todo aquél que se asomara (votante o no), digamos, orgullosos de su misiva. El que me pareció ser el presidente sudaba ya (no era todavía el medio día; la jornada acababa hasta las 18 horas) pero se veía contento y profundamente convencido de la importancia de su labor dominguera. Esas boletas ni las leí: ya conocía a los 8 candidatos que, en cada una de ellas, aparecían compitiendo por dos puestos. Agarré el crayón e intenté escribir algo... no pude. Es un crayón muy ancho y poco práctico para redactar cualquier cosa, así que nomás escribí en grande "ANULADO CRíTICAMENTE" (whatever it means). La tinta local sí era notoria.

Como pueden ver, fue un día como cualquer otro. Aburrido, dominguero, poco bullicioso y sin gente. Al parecer, Vip's daba pays de queso a quien se presentara con el pulgar negro, pero no fuimos a averiguar si sí o si no.

Pasemos a lo relativamente importante:
Desde que salió el PREP a las 2000 horas la tendencia fue evidente. El PRI arrasaba (como se puede arrasar en un multipartidismo), incluso en lugares donde hace tres años no había recibido fuertes aplausos, ni mucho menos. En concreto, creo que las espectativas que los priístas tenían sobre sí mismos se cumplieron: arrebataron bastiones panistas (SLP y QRO) y ciudades que también lo eran (Gdl, por ejemplo); ganaron 36% de la votación federal y de los culer.. digo, los curules. En todos lados hicieron retroceder al PAN (en Guanajuato casi no, pero no se puede esperar mucho del Estado más mocho y panista del país).
El PAN perdió hasta la virginidad de la virgen en la que tanto cree. Como referendum acerca del gobierno de calderón, creo que queda claro que el enano no está haciendo un buen papel (lástima que aquéllos que votaron por él se den cuenta recién ahora, aunque más vale tarde que nunca). Lo bueno es que Germán Martíez renunció (¿o lo renunciaron?). Lo mejor es que el PAN retrocedió... lo que no me queda muy claro es si la conjunción PAN-retrocede/PRI-avanza es buena para el país...yo creo que, de entrada, no.
Pero si alguien perdió más, en términos absolutos y relativos, que el PAN, fue sin duda el PRD. Con un magro 13% y a penas 77 curules, el PRD es la lejana tercera fuerza, lo que lo deja encuerado frente a los escándalos internos y a las demás majaderías que el clan chucho le hace a lo que queda de la vilipendiada ezquerra mexicana. Un PRD que de entrada no se merecía muchos votos (lo acepto), pero que de salida demostró que si algo puede salir peor, saldrá peor. Me cae mal el PRD chucho, pero tampoco soy un gran admirador del otro (!¿De cuál?!). Simplemente son escéptico frente a los del sol azteca, y no necesariamente por su pasado priísta, sino por su presente perredista.
El perdedor esperado e irrelevante es, claro, el PSD. Miles de años luz ha, el universo mandó a la chingada a aquéllos grupúsculos que no saben sobrevivir en la guerra de todos contra todos donde sobreviven los más fuertes, astutos o hábiles. El PSD sucumbió, como era de esperarse, porque no tenían plataforma ni ideología; no tenían propuesta nacional (motamex es lo más cercano que había) y no sabían siquiera cómo iban a maniobrar desde la oposición. 1.13% y adiós.
Los ganadores, a demás del PRI, fueron el Verde y el PT. El Verde podrá hacer una alianza con el PRI (¿quién dijo nuevo PRI? Yo lo veo igual de corrupto y pendejo si se alía con el tucanazo) y, entre los dos, superar el 50%. En estados mochilas como Gto, el verde es tercera fuerza (casi tan fuerte como el PRD a nivel nacional). Su maldita campaña de pena de muerte y Perroni en biki... digo, de pena de muerte les dio resultados.
El PT, por su parte, capitalizó, en el DF, el desmoronamiento del PRD y la invaluable ayuda de Andrés Manuel para sacar un 10% chilango y un 3.7% nacional. Convergencia se mantiene con el 2.5(suficiente para seguir jugando a que son un partido). Y Nueva Alianza, donde yo me sigo preguntado quién chingados vota por ellos (y en ese momento aparece en mi cabeza "magisterio" y la sonrisota de la mujer más fea de la galaxia), sacó más de 3%... vaya, vaya.

Los anulistas, ¿perdimos o ganamos? Híjole. Ganamos en comparación al 2006 y 2003... pero no sé si ese magro 5.5% sea suficiente para plantear un movimiento crítico de política alternativa a la que hacen los partidos. Perdimos porque se esperaba mucho más (en el DF sí llegó a 10%), pero sobre todo porque, en el fondo, sigue siendo una opción muy discutible -y discutida- y que, a largo plazo, es difícil que capitalice sus pequeños avances políticos.

Lo que sigue, creo, es la perpetuación del caos. Calderón es capaz incluso de arrodillarse ante el nuevo Congreso para sacar adelante reformas que, hasta ahora, es quizá mejor que no salgan. El PRI será amo y señor si lo dejan jugar (la memoria colectiva mexicana es francamente corta). El PRD tendrá que lamerse las profundas heridas y sacar algún provecho pronto: alguna elección interna menos fraudolienta podría ayudar, pero quizá deban resignarse a vivir en el inframundo. Los partidejos seguirán dando sus invisibles batallas por no morir. En cierto modo estoy en contra de que desaparezcan, pero me queda claro que, como están las cosas, lo mejor es que no estén por ahí metiendo su cuchara en donde nomás van a hacer más batidero. Entonces, ¿qué sigue? Seguro que ni lo de siempre ni algo nuevo, sino todo lo contrario. Al mejor estilo priísta.



Ya saben, clic y crece. En verde, el PRI. En azul, el PAN. En amarillo, el PRD. En verde culero, el Verde. En rosa (en el DF), PT/convergencia. Son los 300 distritos electorales.





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