viernes, 31 de julio de 2009

De cocteles Molotov y otras cosas

Mi hermano menor, un sujeto flaco y de quince años, que ha crecido de forma desproporcionada en los últimos dos o tres años (ya saben, primero las piernas, luego la cabeza y luego los pies: ahorita parece Bugs Bonny sin orejas) tiene una mente macabra que no coincide con su complexión física. Tiene tendencias dictatoriales y un ego del tamaño del planeta que, en ocasiones, me pone los pelos de punta. Pero debo admitir que no todo es culpa suya: él tiene una explicación muy lógica que saca a flote cada que se encabrona con mis padres: "¡esto es culpa de ustedes! ¡De no haberse divorciado yo sería un muchacho tranquilo!" Argumento inválido como los de nuestro presidente. Y sin embargo, cuando salen las cosas a la luz, resulta que yo tengo la culpa o, al menos, la responsabilidad que tiene cualquier cerebro del crimen. Ahí les va un ejemplo.
Una vez, hace como dos años o poquito más, mi hermano preparó y probó una bomba molotov en la azotea de casa de mi papá y su mujer. Aunque nadie escuchó la explosión del artefacto, la pereza de mi hermano es tal que dejó las paredes Justificar a ambos ladosmanchadas/chamuscadas (o quizá no supo cómo limpiar) y los vidrios de la botella esparcidos por la azotea. Claro, a la primera que mi papá visita la azotea se da cuenta del espectáculo, y las pistas son inconfundibles. El arranque de furia fue predecible, cierto, pero lo mejor del caso es es "no, papá, espera! Una vez Diego me dijo cómo se preparaban esos cócteles!" Ya rugiste, mano; ya me fregué. De inmediato recibí una llamada de mi papá (yo estaba, claro, en el DF, muy lejos de la escena del crimen y haciendo, tranquilamente, cualquier cosa): "¡CABRÓN! ¡¿Qué chingados le enseñaste a tu hermano?!" Me llevaba la chingada. Aunque afortunadamente a mi papá se le pasó muy pronto el coraje (creo que nunca se tomó en serio el viejo refrán que ahora me viene a la mente "la culpa no la tiene el indio sino el que lo hizo compadre"), quedé marcado como el hermano mayor que se sabe los malditos secretos de las "tácticas terroristas" que ahora mi hermano pone a prueba.... sí, también una vez le dije cómo hacer Napalm casero y ese tipo de cosas, pero prometo solemnemente que nunca esperé que mi hermano las utilizara. (Para qué me hago pendejo: claro que sabía que las iba a probar, pero, es su pedo, ¿no?).
De ahí en fuera, los indicios aparecen como por arte de magia. "Fabricio es muy violento", dice mi madre (Fabricio es el tipo de 15 años en cuestión), y Nicolás, el otro hermano que tengo de 18 años, resuelve fácilmente el comentario: "es que Fabricio juega un juego de compu bien violento que Diego le regaló" (el maldito GTA San Andreas). Eso fue hace unos tres años. Luego fue, "es que Fabricio lee un libro de "Hitler para mazoquistas de Rius que Diego dejó en la casa".

Estuve a punto de creerme todos esos argumentos de aquí hasta la eternidad y sentirme responsable por los comentarios cuasi-fascistas que luego se avienta el buen Fabricio: "lo que este país necesita es un Dictador" o "una cosa buena del fascismo es que se ocupó -whatever it means- de la gente improductiva" o "pinches franceses y gringos, los odio, los odio porque ser mexicano y ser belga implica, inmediatamente, odiarlos". Responsable no por que yo piense igual (eso sería muy equivocado), sino por que yo le enseñé, digamos, a hacer cócteles molotov.
En esas estaba (no es cierto, no crean que sufro por ello) cuando se asomó el sábado pasado. El sábado pasado la mujer de mi papá y su hermana cuata cumplieron 50 años y armaron fiesta. En una de las mesas, a la que estaban sentados los puros "ñores dizque buenos pa' discutir de política y cosas así", se encontraba mi jefe enfrascado en una discusión de política local con otros dos señores (ya sabrán, purito, tequilorum, "pinches viejas", "tráigannos otra", en fin). Yo, dócilmente, estaba sentado ahí, tanto porque el vino estaba buenísimo como porque la discusión estaba bastante acalorada y, por supuesto, porque desde chico me gusta meterme en las pláticas de mi papá y escuchar las chingaderas que dicen (algunas veces ilustrativas, otras brillantes, otras pueriles y otras guarradas). En eso estábamos cuando salió Carlos Salinas. Yo ya estaba blandiendo una espada imaginaria rivalizando con cualquiera que me dijera que ese sujeto era un chingón y la madre. Pues sí hubo quien lo dijo (el más borracho de la mesa), pero parecía convencido y todavía tenía algo de lucidez para esgrimir su argumento. El ñor salió con que Salinas cambió a México, hizo carreteras y puentes, apoyó la mediana y pequeña industria, nos acercó al primer mundo... las patrañas salinistas de siempre. Mi jefe se alebrestó cuando otro cabrón dijo que los panuchos eran continuidad de Salinas. Yo pensé que iba a seguir de mi lado, poniéndo en el mismo saco a la bola de tecnócratas babosos del pri ochentero y noventero con los malditos panuchos hijoepús del siglo XXI. Pero cuál fue mi sorpresa cuando el argumento del ñor borracho tornó a "no mames, no compares. Los panuchos son mucho peores: si ahorita volviera a presentarse Carlitos en las elecciones, con el partido que sea, yo voto por él". Y mi sorpresa se transofró en shock postraumático cuando mi jefe secundó la moción y dijo, apenas con un hilo de voz y una sonrisita, "sí, yo también. Y eso que en 88 ni voté por él". !CARAJO!

Me queda claro que un niño baja del pedestar a su superhéroepapá como a los 7 u 8 años. A los 11 o 12 ya lo manda a la goma, y si se acerca a él después de los 15, es por golpe de suerte. A mi jefe lo bajé del pedestal como a esa edad, pero nunca lo mandé a la goma. El sábado pasado tuve que hacerlo. ¿Cómo era posible que ahora se pusiera a alabar al corruptísimo de Salinas? La sorpresa fue poco gratificante: súmesele el hecho de que le dio un voto al PRI en su municipio de León "dizque por voto útil".
Pero en el fondo, y perdonarán el enorme desvarío de este post, lo cierto es que comprendí que el comportamiento cuasifascistoide de mi hermano está más bien relacionado con las opiñiones pro-salinistas que se escuchan en el círculo de mi papá que con las tácticas de guerrilla urbana que pude haberle enseñado al pobre chavo. Siendo así, me siento libre de culpa y quizá hasta aplauda los experimentos molotovistas del chaval.

viernes, 24 de julio de 2009

Health bloody care

Entré a youtube para buscar un video que finalmente no vi -y que veré cuando termine de escribir esta entrada. Lo que sí vi fue uno de esos videos que aparecen como "being watched right now" porque me latía la imagen que aparecía en referencia a ese video (una chica en bikini... bueno, quizá). El caso es que el video -breve y malo- estaba acompañado por los clásicos comentarios que hace la gente. Y sé que nadie los lee; incluso yo no lo hago. Pero hoy lo hice y un baboso (o babosa) que se presenta como Homeland Security (se podrán imaginar ya de qué se trata) había escrito lo siguiente:
Health care is not in the Constitution. Health care is socialist. Health care is what Canada and Europe does. Health care is not in the Bible. Health care is anti-American.
Como podrán imaginar, trátese o no de un video de una chica en bikini, el comentario del papafrita este (como diría Mafalda) no tenía absolutamente nada que ver con lo que yo había visto en el video. Lo que sí es que me recordó inmediatamente un artículo que había leído hace algunas semanas (o unos tres meses, no lo sé) sobre la superchamba que Mr Obama se quiere aventar en su país: remediar el sistema de salud pública, tarea titánica si me lo preguntan.

Que un troglodita inquisidor kukuxklanero y republicano haya escrito algo así es obsceno pero no deja de ser cierto que el gobierno de Obama tendrá que parir chayotes si quiere sacar adelante su reforma al sector salud. En los Estados Unidos el sistema de salud pública es chocante por su deficiencia y su pésima calidad. Por su parte, el servicio privado es muy bueno (lo que es chocante para el estadounidense promedio y para el 99.5% de los mexicanos que no podemos ir a Houston a operarnos un maldito tumor en el esternocleidomastoideo o practicarnos un aborto de emergencia -bueno, 49% de los mexicanos de entrada no podemos).El tercer sector, que es medio "intermedio", el de los seguros y demás especulaciones a la con, es bastante mediocre, pero no sólo por insuficiente, sino por inhumano y denigrante, y si vieron Sicko de Michael Moore podrán estar de acordeón con moá.

Lo que una gran parte de los gringos creen y defienden



Lo cierto es que la propuesta misma de un seguro social nacional con especial énfasis en la salud pública es un tema escabroso y muy debatido en la tierra del tío Sam. Aunque debiera ser algo de lo más sencillo y claro, en EEUU no es así: se trata del país que más dinero gasta en cuestiones de salud, lo cual N¿no es de extrañar si pensamos que es el país con la economía más grande. Pero, incluso en términos porcentuales, EEUU gasta más dinero que cualquier otro país con un sistema de salud mínimo 2 veces mejor que el suyo. Y lo curioso, además, es que el porcentaje de gasto público es mucho más elevado que en países como el Reino Unido, Suecia, Austria o Nueva Zelanda. ¿Cómo es posible que gastando tanto dinero y además tanto capital en relación al valor de la economía gringa, los niveles de salud estadounidenses sean menores al de la media de los países ricos? Honestamente no lo sé, pero ese no es mi objetivo en este texto.

Lo que quiero poner sobre la mesa es precisamente esta división pública que genera el debate cada vez que se presenta en EEUU. Que alguien lo considere antibíblico y, ergo, antiestadounidense me parece exagerado y digno de alguno de esos millones de fanáticos que viven -y a veces hasta gobiernan- a los Establos Unidos. Pero las posiciones contrarias al plan de seguridad social del presidente Obama no recurren a ese argumento en particular y, aún así, tienen millones de correligionarios. No me sorprende del todo.
Ya decía Max Weber que parte de la compleja relación entre capitalismo y protestantismo tiene que ver con el individualismo y la preminencia del esfuerzo personal como razón de vida sobre el de la vida en colectividad. Aunque digan "We the people" a mí me queda claro que su discurso más amado es el de "great nation, great people, great individuals". Y los estadounidenses reaccionan positivamente a las historias de éxito individual, sobre todo si vienen de Alabama en los 40's o del Bronx en los 80's. Todo ello me hace pensar que, en efecto, prefieren considerar al individuo no sólo como responsable de su propio éxito en la vida (y la palabra éxito es muy importante para ellos) sino como el único responsable de estar en las mejores condiciones para lograr ese éxito. Esas condiciones, claro está, giran en torno a la salud del individuo.
Para cualquier tercermundista acostumbrado a rascarse con sus propias uñas nada de esto parece impresionante. En cambio, para tercermundistas que aspiran a dejar de serlo, esto es un escándalo. Ningún país decente del otro lado del charco (y eso incluye a los europeos, pero también el Medio Oriente en sus años de gloria y al Norte de África) pone en duda la necesidad imperante de ofrecer a su población un sistema de salud de calidad (Rusia con Yelstin y las otras repúblicas exsoviéticas aturdidas por el sueño occidental eran países claramente indecentes). De este lado del charco, muchos países han luchado con cierto éxito para lograr que los sistemas de salud sean de primerísima calidad y que se conviertan en la prioridad del gobierno (¿alguien dijo Cuba?). Creo que si hiciéramos una votación en la que cada país dijera si prefiere un sistema público y bueno de salud o uno privado, quedaría claro que los gringos son los grandes perdedores... sobre todo porque están equivocados.
Y están equivocados porque la base misma del entendimiento humano es la confianza y la solidaridad. Sin esos dos elementos, creo, una sociedad está destinada al fracaso. La desconfianza ha destrozado sociedades como la francesa revolucionaria, la alemana prenazi y nazi, la mexicana pos"cambio" y tantas otras; la falta de solidaridad entre los individuos lleva a la inexistencia de la cooperación y del interés colectivo, lo que a la larga es terrible para la gran mayoría de la población que no puede sostenerse sobre su propio pie. Los estadounidenses que critican la idea de lograr un servicio de salud extensivo e intensivo, global y solidario, eficiente y justo, son, generalmente, individuos desconfiados y poco solidarios (y eso se vuelve evidente en su racismo, xenofobia o patriotismo desmesurado).
La pregunta entonces es si la salud de los individuos puede considerarse un bien público, una responsabilidad púlbica o un deber de cada persona. Yo pensaría en una respuesta que aglutine las dos primeras ideas, pero me temo que una buena parte de la población estadounidense piensa que se trata más bien de la tercera idea, o a lu sumo una mezcla de la primera y la tercera. El señor Obama tiene un gran interés por que esto cambie, ¿lo logrará?

martes, 14 de julio de 2009

Oh Canada...

Sí, lo sé. Este es un tema bastante aburrido y quizá irrelevante (si no fuera porque somos mexicanos), pero de vacaciones y con tiempo para hacer tantas cosas interesantes (pero sin una pizca de voluntad) decidí que escribiría un poco sobre la reciente decisión canadiense de pedir visas a los mexicanos que quieran pasar una temporada breve -turismo, estudio o trabajo temporal- en el país del maple.

Pues bien, anoche, lunes 13 de julio de 2009, Ottawa anunció que a partir del día 15 sería obligatorio para todo aquél que se presentase en fronteras, puertos o aeropuertos canadienses con un pasaporte verde con un águila en la portada contar con un visado expedido por cualquier embajada o consulado de Canadá en el Mundo (de preferencia en México). La decisión per se es absurda y culera. Destruye los mínimos avances que en materia de migración podía traer a México la firma del TLC con Canadá (y con EEUU) y posterga todo tipo de "amistad entre los pueblos". La globalización, una vez más, se ve contradecida por sí misma al negar el libre tránsito de individuos entre dos países que han abrazado impúdicamente al maldito libre compercio. Aunque para mí las nacionalidades no son poca cosa, sí creo que se trate de simples papeles a la hora de viajar y pasar por las burocracias del mundo (como Serrat decía en su canción... "mi patria y mi guitarra llevo en mí; una es fuerte y es fiel, la otra un papel..."). Encima de todo, un visado me parece un elemento denigrante y ojete del mundo: es absurdo que la gente deba tramitar pases especiales de ingreso a un país cuando ya cuentan con un documento elemental que prueba su origen, identidad y nacionalidad. La visa no muestra ninguna de las tres, sólo es una imposición que significa desconfianza y mediocridad.



(¿Qué hacen, babosos? Ahora que tengan que regresarles su banderita a casa deberán tramitar visa)

Y sin embargo, pasado el enojo, cabe constatar que la decisión no fue simplemente arbitriaria. Bueno, sí lo fue, pero no es una decisión que haya salido de la nada. Ottawa lleva un rato diciendo que le parece sospechoso que tantos mexicanos soliciten condición de asilo político en Canadá y que ese número se haya multiplicado de manera impresionante en los úlitmos cuatro años. Al parecer, la respuesta a esa intriga es que hay quienes especulan (¿En México?¡Imposible!) con el asilo de algunos individuos en Canadá. El ministerio de asuntos exteriores del país del Norte dice que las excesivas demandas mexicanas, muchas de ellas fraudulentas, no permiten que la burocracia de asilo canadiense se desenvuelva de manera óptima y canalice sus esfuerzos a otorgar la condición de asilado a gente que realmente lo necesita (como sudaníes, somalíes, centroafricanos, afganos, birmanos...). Bajo ese argumento, una visa a México permitiría limitar el flujo de mexicanos que ingresen a Canadá y, así, esperar que las solicitudes de asilo sean genuinas (y muchas menos que ahora). ¿Es válido el argumento? No lo sé: las visas son horribles, pero me queda claro que cada Estado es soberano y decide los aspectos de su política exterior en función de lo que considera mejor para sus ciudadanos (o así debiera proceder). En esa tónica, Canadá argumenta que lo que hace es por seguridad interna. México deberá criticar -y comienza a hacerlo desde la SRE-, pero, en dado caso, deberá ser recíproco. Y si lo llegamos a ser con Canadá, me parece que deberemos serlo también con los estadounidenses. Los países africanos, pobres y desordenados como se los están imaginando ahora, piden visa a sus "ex-metropolitanos", a sus antiguos colonizadores. Y no lo hicieron por que sí, pero el día que París pidió visas a los senegaleses y que Bruselas se las pidió a los ruandeses, Dakar y Kigali hicieron otro tanto y no les importó que fueran "potencia económica, nuclear, cultural, política o sede de la Torre Eiffel".


¿Ya dije que me revientan las visas?

martes, 7 de julio de 2009

Experiencias electorales

¡Miles y miles de ciudadanos se dirigen presurosos a las urnas! ¡ Están a punto de tomar una decisión elemental y certera con respecto al rumbo que tomará la política nacional! ¡Llenos de fervor y de emoción, los ciudadanos emiten sus votos, discuten y debaten y, finalmente, siguen con interés in crescendo los avances electorales del PREP!

Nada más alejado de la verdad. Pero no nos desviemos del punto. Acá querré externalizarles lo que para mí significó mi primera experiencia electoral mexicana (les adelanto que no significó gran cosa) y las conclusiones que he sacado, apresuradamente, de los resultados.

El domingo cinco de julio me desperté tarde. Había dormido como diez horas, lo cual de entrada no es normal en mí. Lo primero que hice fue conectarme a internet y buscar una transmisión razonablemente buena de la segunda etapa del Tour de France que partía de Mónaco hasta Brignoles (que por cierto ganó un británico simpático, Mark Cavendish... en fin). Después de ducharme bajé a comer un plato de cereales de esos que crujen bajo las mandíbulas. Mis tíos, panistas del DF y asiduos electores, bajaron en cuanto yo terminé y, después de asegurarnos en internet de la ubicación de la casilla, salimos los tres a votar.
La casilla no estaba donde prometido. No fue grave (al final acabó en un estacionamiento del otro lado de la manzana), pero me recordó las elecciones infantiles del año 2000 en las que mis hermanos y yo acompañamos a mi madre a "vigilar" el óptimo funcionamiento de las casillas infantiles en las comunidades rurales de los municipios de Guanajuato y vecinos... Ah, claro, me recordó lo anterior porque también ahí nos encontramos varias irregularidades: casillas no instaladas o que habían cambiado de lugar sin avisar o que no tenían suficientes boletas... en fin.
El caso es que encontramos la casilla. Según yo, vacía. (La primera vez que ví una casilla -y que lo recuerdo- fue en las elecciones presidenciales de 1994 y estaban a reventar. Cuando por fin le tocó a mi papá tomar sus boletas, lo acompañé a votar y entré con él a ver la boleta mientras la tachaba. Haciendo gala de mis conocimientos básicos de lectura -apenas iba a cumplir 6 años-, le indiqué a mi papá el logotipo azulblanco diciéndole "mira, éste debe ser bueno, se llama igual que yo". En vez de estrangularme -yo lo habría hecho- mi papá simplemente me dijo "no m'hijo, ese no es tan bueno" y tachó a Cárdenas).
Bueno, ya. La casilla estaba muy solitaria. Me tocó recibir mi boleta de volada y de volada entré al tripié con capa que cubre al ingenuo elector. Como pasé primero por la casilla federal, crucé el logotipo del PT asegurándome, innecesariamente, que en la parte de atrás la lista de plurinomilanes de este partido sí la encabezara Porfirio Muñoz Ledo. Me regresaron mi credencial con un "Diego Macías" (pues, para variar, el Woitrin es impronunciable") y me marcaron el dedo con una tinta que no dejó huella alguna. Babosos.
Pasé de volada a la casilla local. Los funcionarios de ésta, vestidos con playeras del IEDF, se movían de un lado a otro asistiendo a todo aquél que se asomara (votante o no), digamos, orgullosos de su misiva. El que me pareció ser el presidente sudaba ya (no era todavía el medio día; la jornada acababa hasta las 18 horas) pero se veía contento y profundamente convencido de la importancia de su labor dominguera. Esas boletas ni las leí: ya conocía a los 8 candidatos que, en cada una de ellas, aparecían compitiendo por dos puestos. Agarré el crayón e intenté escribir algo... no pude. Es un crayón muy ancho y poco práctico para redactar cualquier cosa, así que nomás escribí en grande "ANULADO CRíTICAMENTE" (whatever it means). La tinta local sí era notoria.

Como pueden ver, fue un día como cualquer otro. Aburrido, dominguero, poco bullicioso y sin gente. Al parecer, Vip's daba pays de queso a quien se presentara con el pulgar negro, pero no fuimos a averiguar si sí o si no.

Pasemos a lo relativamente importante:
Desde que salió el PREP a las 2000 horas la tendencia fue evidente. El PRI arrasaba (como se puede arrasar en un multipartidismo), incluso en lugares donde hace tres años no había recibido fuertes aplausos, ni mucho menos. En concreto, creo que las espectativas que los priístas tenían sobre sí mismos se cumplieron: arrebataron bastiones panistas (SLP y QRO) y ciudades que también lo eran (Gdl, por ejemplo); ganaron 36% de la votación federal y de los culer.. digo, los curules. En todos lados hicieron retroceder al PAN (en Guanajuato casi no, pero no se puede esperar mucho del Estado más mocho y panista del país).
El PAN perdió hasta la virginidad de la virgen en la que tanto cree. Como referendum acerca del gobierno de calderón, creo que queda claro que el enano no está haciendo un buen papel (lástima que aquéllos que votaron por él se den cuenta recién ahora, aunque más vale tarde que nunca). Lo bueno es que Germán Martíez renunció (¿o lo renunciaron?). Lo mejor es que el PAN retrocedió... lo que no me queda muy claro es si la conjunción PAN-retrocede/PRI-avanza es buena para el país...yo creo que, de entrada, no.
Pero si alguien perdió más, en términos absolutos y relativos, que el PAN, fue sin duda el PRD. Con un magro 13% y a penas 77 curules, el PRD es la lejana tercera fuerza, lo que lo deja encuerado frente a los escándalos internos y a las demás majaderías que el clan chucho le hace a lo que queda de la vilipendiada ezquerra mexicana. Un PRD que de entrada no se merecía muchos votos (lo acepto), pero que de salida demostró que si algo puede salir peor, saldrá peor. Me cae mal el PRD chucho, pero tampoco soy un gran admirador del otro (!¿De cuál?!). Simplemente son escéptico frente a los del sol azteca, y no necesariamente por su pasado priísta, sino por su presente perredista.
El perdedor esperado e irrelevante es, claro, el PSD. Miles de años luz ha, el universo mandó a la chingada a aquéllos grupúsculos que no saben sobrevivir en la guerra de todos contra todos donde sobreviven los más fuertes, astutos o hábiles. El PSD sucumbió, como era de esperarse, porque no tenían plataforma ni ideología; no tenían propuesta nacional (motamex es lo más cercano que había) y no sabían siquiera cómo iban a maniobrar desde la oposición. 1.13% y adiós.
Los ganadores, a demás del PRI, fueron el Verde y el PT. El Verde podrá hacer una alianza con el PRI (¿quién dijo nuevo PRI? Yo lo veo igual de corrupto y pendejo si se alía con el tucanazo) y, entre los dos, superar el 50%. En estados mochilas como Gto, el verde es tercera fuerza (casi tan fuerte como el PRD a nivel nacional). Su maldita campaña de pena de muerte y Perroni en biki... digo, de pena de muerte les dio resultados.
El PT, por su parte, capitalizó, en el DF, el desmoronamiento del PRD y la invaluable ayuda de Andrés Manuel para sacar un 10% chilango y un 3.7% nacional. Convergencia se mantiene con el 2.5(suficiente para seguir jugando a que son un partido). Y Nueva Alianza, donde yo me sigo preguntado quién chingados vota por ellos (y en ese momento aparece en mi cabeza "magisterio" y la sonrisota de la mujer más fea de la galaxia), sacó más de 3%... vaya, vaya.

Los anulistas, ¿perdimos o ganamos? Híjole. Ganamos en comparación al 2006 y 2003... pero no sé si ese magro 5.5% sea suficiente para plantear un movimiento crítico de política alternativa a la que hacen los partidos. Perdimos porque se esperaba mucho más (en el DF sí llegó a 10%), pero sobre todo porque, en el fondo, sigue siendo una opción muy discutible -y discutida- y que, a largo plazo, es difícil que capitalice sus pequeños avances políticos.

Lo que sigue, creo, es la perpetuación del caos. Calderón es capaz incluso de arrodillarse ante el nuevo Congreso para sacar adelante reformas que, hasta ahora, es quizá mejor que no salgan. El PRI será amo y señor si lo dejan jugar (la memoria colectiva mexicana es francamente corta). El PRD tendrá que lamerse las profundas heridas y sacar algún provecho pronto: alguna elección interna menos fraudolienta podría ayudar, pero quizá deban resignarse a vivir en el inframundo. Los partidejos seguirán dando sus invisibles batallas por no morir. En cierto modo estoy en contra de que desaparezcan, pero me queda claro que, como están las cosas, lo mejor es que no estén por ahí metiendo su cuchara en donde nomás van a hacer más batidero. Entonces, ¿qué sigue? Seguro que ni lo de siempre ni algo nuevo, sino todo lo contrario. Al mejor estilo priísta.



Ya saben, clic y crece. En verde, el PRI. En azul, el PAN. En amarillo, el PRD. En verde culero, el Verde. En rosa (en el DF), PT/convergencia. Son los 300 distritos electorales.