domingo, 19 de abril de 2009

Perdón

No, no estoy escribiendo un texto para pedirle perdón a alguien... esperen.

Resulta que hay en distintos episodios de la Historia Moderna pequeños rencores que subyacen, a veces de forma muy superficial y a veces muy en lo profundo. Rencores quizá no sea la palabra adecuada. Me refiero a todo un conjunto de experiencias históricas que una sociedad (una cultura, un pueblo, un grupo social) acumula en su repertorio histórico colectivo y que fueron negativas. Afrentas, ataques, insultos... pero también marginalización, guerras, invasiones, genocidios.
Voy a aterrizar un poco con dos ejemplos. En la confusión que significó la desintegración del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, la autoridad central del Imperio, en su mayoría conformada por turcos, desencadenó una matanza atroz (un genocidio) contra casi un millón de armenios (formaban parte de ese vasto imperio). La crueldad del episodio no se limita a lo sucedido durante esos años (ya bastante, por no decir más), sino que ha extendido a lo largo de todo el siglo pasado y, en todo caso, hasta el año pasado. Me refiero a la negación sistemática que el gobierno turco (pero no solo, también amplios sectores de la sociedad) ha hecho a todo tipo de exigencias por parte de la comunidad internacional por, sencillamente, pedir perdón al pueblo armenio, externar sinceras disculpas y restablecer relaciones cordiales.
El gobierno fascista italiano invadió Etiopía y Libia. Italia se había quedado muy atrás en la carrera imperialista europea. Imaginen esa situación de "atraso" con respecto a otras potencias del continente sumada a un sistema político fascista (con un líder autoritario, Mussolini). Pues bien, la invasión se llevó a cabo (hubo un silencio culpable por parte de la comunidad internacional, a excepción de mi General Cárdenas que desde su muy humilde trinchera condenó hasta el cansancio la invasión a Etiopía). A finales de 2008, otro loco peligroso (Silvio Berlusconi) decidió contactar amistosamente al gobierno libio para ofrecerle disculpas por aquellos años de invasión e imperialismo. Esas disculpas incluyeron varios millones de euros en compensación por sucesos de hace más de 70 años. La posición italiana es muy cuestionable: ¿realmente vamos a pensar que Berlusconi es un alma pía que va por el mundo remendando los errores del imperialismo europeo? Lo dudo profundamente. Pero me queda claro que el gesto fue importante.

A lo que voy con todo esto es, justamente, a la importancia de que los estados y los pueblos reconcilien viejas enemistades y, en nombre de la paz y las nuevas generaciones, vuelvan a sonreirse unos a otros. Los alemanes han pedido interminables disculpas al pueblo judío, pero creo que son los únicos. Las otras potencias europeas han sido mucho más desobligadas con respecto a los horrores que cometieron en África, América, Asia y Oceanía. Los japoneses han eludido hábilmente sus responsabilidades con respecto a la invasión a China (al fin y siempre fueron comunistas, ¿cómo les íbamos a pedir perdón?). Los israelíes están muy lejos de pedir disculpas (y de hacer algo efectivo) al pueblo palestino. Estados Unidos, que debería repartir disculpas en todo el Mundo, es el peor ejemplo. Chile no se ha disculpado con Bolivia, Rusia con Finlandia o Polonia, Bélgica con el Congo, Francia con Vietnam... y la lista sigue.
El asunto del perdón es muy simbólico, lo reconozco. Pero no deja de ser un elemento reconciliador muy importante porque, en primer lugar, lava las heridas (las que se pueden lavar) de la memoria colectiva, de la historia de un pueblo. Somos reconocedores del invaluable aporte científico y cultural que el exilio español significó para México y eso que nunca nos han pedido disculpas (aunque quizá este no sea un buen ejemplo. En el fondo, ¿a quién le van a pedir disculpas los españoles? ¿a los mestizos, cristianos o hispanófonos del país?).
El proceso de reconciliación turco-armenio empezó con un simple partido de fútbol al que asistió, en Armenia, el presidente turco (un hito histórico, y no por el partido).

Y los países no sólo tienen cuentas que saldar entre sí. También tienen cuentas que saldar con sus propias poblaciones. Los españoles ya empezaron (aunque la derecha se niega a aceptar leyes que reconozcan a ese nivel la importancia del pasado dictatorial). Las sociedades del Cono Sur reclaman justicia vis á vis de sus antiguos militares dictadores. Los sudafricanos reclaman redimir las atrocidades del Apartheid. Los tibetanos, los tamiles, los ruthenios, los irlandeses, los vascos, los aymaras, los yaquis, los lacandones, los sioux, los berberes, los aborígenes australianos....

Entonces, ¿me perdonas?

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