Hace prácticamente una semana que Wikileaks filtró a algunos de los mayores periódicos del mundo algo así como 251 mil cables y telegramas que las distintas embajadas y consulados estadunidenses transmitieron a Washington. Los más viejos datan de 1964 y los más nuevos de septiembre de 2010. Los hay que son completamente irrelevantes, otros que no son nada confidenciales; los hay acusadores y los hay comprometedores; algunos son noticia, pero la gran mayoría son banalidades y frivolidades que ni siquiera vale la pena comentar. El gran revuelo que causaron ya es por todos sabidos y no es más noticia. No importa ya hablar sobre las reacciones de Hillary Clinton o del Departamento de Estado en general; también es cierto que todavía es pronto para determinar qué efectos tendrá la filtración de los cables para la diplomacia mundial a mediano y corto plazo. Es dificilísimo aventurarse en ese sentido porque, en concreto, nada de lo evidenciado por los cables es (o era) totalmente secreto: respecto a casi todo se habían hecho ya ciertas especulaciones, sobre todo en la prensa y en los círculos de analistas. Muchas cosas ya eran noticia y se sabían, eran, digamos, secretos a voces.
¿Qué es entonces importante? Creo que hay tres elementos esenciales para un futuro análisis de lo que sucederá con Wikileaks, a saber, 1) las cosas que no se dicen generalmente y que algunos cables ya están evidenciando. No son cosas inverosímiles o que hayan sido conservadas en excelente secreto, pero sí son revelaciones importantes para comprender cómo se reconfigura, poco a poco, el mundo de hoy. 2) Las consecuencias a mediano plazo que pueden tener estas filtraciones respecto al comportamiento diplomático e internacional en general de los Estados Unidos. Y, finalmente, 3), ¿Qué significará esto --si soy capaz de comprenderlo yo mismo-- para la diplomacia global en general? ¿Se convertirá en un asunto de seguridad cibernética como algunos ya han apuntado o revolucionará completamente la forma de hacer diplomacia y política exterior en el mundo?
1) Los cables y telegramas que el equipo lidereado (o al menos representado) por el australiano Julian Assange regalaron a varios diarios son, por lo menos, representativos (los hay de prácticamente todos los países y en buen número), claros (no hay "reportes" ni "estudios" sobre situaciones: son mensajes breves, concisos, que transmiten opiniones o hechos concretos y miedos y preocupaciones) y, por supuesto, morbosos. No es para nada relevante, en términos de ciencia política, saber si Muammar Gaddafi, presidente libio, usa botox o si Cristina Fernández de Argentina tiene problemas de esquizofrenia y bipolaridad. Pero eso sí es importante para el día a día político, el de las percepciones, los miedos y, por supuesto, los chismes. Pero esas cosas son en sí inútiles, si bien fueron las que los grandes periódicos escogieron en primer lugar (o las escogió Wikileaks, no lo sé de cierto).
Lo importante, lo más relevante, está saliendo apenas ahora. Ya publicó El País (uno de los "elegidos" por Wikileaks para este cometido junto con Le Monde, The Guardian -que se los pasó al NY Times- y Der Spiegel, entre muy pocos otros) un análisis profundo sobre los problemas de la relación bilateral entre España y los EU. Insisto, no es novedad, o al menos no es nada que no haya podido intuirse, que después de la victoria de Zapatero en 2004 y el retiro de las tropas españolas de Irak las relaciones con Washington se enfriaron radicalmente. De ahí se adivina que los grandes esfuerzos diplomáticos españoles tienen una meta fija: recuperar la confianza y el respeto de los EU. Sin embargo, los cables recién publicados por El País demuestran que Washington jamás ha considerado a España como un par con el cuál entablar negociaciones y acuerdos de igual a igual. No sólo es la preocupación por la crisis, el desempleo y las dificultades que el gobierno de Zapatero tiene para hacer pasar planes de reacomodo fiscal y austeridad presupuestaria; es, por ejemplo, la desconfianza respecto a temas de seguridad y compromiso español, como por ejemplo, ¿hasta qué punto puede EU contar en Madrid para intervenir exitosamente en el problema del Sahara Occidental? ¿Qué fuerza política tiene España con Marruecos y Argelia para empujar las cosas a una solución estable? Moratinos, jefe de la diplomacia Española, recién se quejó de que EU siga considerando a España un país de "quinta fila", aún cuando "se trata de la 8va economía mundial". Los bancos españoles son poderosísimos y salieron mejor librados de la crisis que los estadunidenses; el peso Español en América Latina es considerable (de hecho es la puerta de entrada para la Unión Europea) y los EU no pueden ignorar eso.
Otro tema relevante (y sólo es por citar dos o tres) es uno del que hablamos poco, incluso como latinoamericanos. Se trata del tristemente célebre "triángulo ingobernable" de la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. Desde hace décadas que el Departamento de Estado y muchos otros observadores insisten en que es una región explosiva en la que han brotado diversos grupos extremistas y en donde hay incluso organizaciones terroristas extranjeras que tienen bases de operación. No es inverosímil porque, de hecho, esa zona ha sido siempre baluarte del contrabando y la ilegalidad. Lo interesante, en concreto, es que, desde hace una década, se habla frecuentemente de que el partido político con brazo miliciano libanés, Hezbolá, tenga un campo de entrenamiento y de operaciones financieras, de narcotráfico y mercado de armas en la triple frontera. Los cables filtrados evidencian la preocupación estadunidense porque esa zona, posible polvorín, sea ignorada o menospreciada por los gobiernos de la región. De hecho, Brasil ha sido recurrente al insistir en que NO es una región ingobernable o que presente problemas serios de seguridad y violencia. Wikileaks, sin embargo, demostró que Estados Unidos siempre lleva su desconfianza un paso más lejos: ahora los cables del Departamento de Estado pusieron en tela de juicio el compromiso brasileño con la lucha contra el terrorismo porque, argumentan, Brasilia ha jugado un doble rol muy nocivo: por un lado niega rotundamente que haya problemas en la triple frontera --y por lo tanto no hace gran cosa al respecto--, y por el otro seduce a los EU prometiéndoles colaboración en la lucha contra el terrorismo en Medio Oriente. Vamos, la posición brasileña no es ajena a la de muchos otros países, pero lo interesante aquí es la forma en que Wikileaks logró desvelar ese juego de desconfianzas, dudas, miedos, incertidumbres y demás. Si EU es escéptico frente al compromiso brasileño para combatir el terrorismo en Sudamérica (asumiendo que lo haya, que yo no me lo creo), Brasil es incongruente y hasta cínico al colaborar, aún si es bajo el agua y en un secretismo bastate profundo, con las operaciones de inteligencia y contraterrorismo estadunidense en el Medio Oriente.
Un tercer ejemplo es el juego de lealtades y de imágenes a conveniencia que las figuras de la alta política árabe aplican respecto a Irán. Sí, la rivalidad entre Irán y los reinos suníes de la península no son novedad: sí, Arabia Saudita, Kuwait y otros apoyaron a Irak durante su larga guerra contra Irán. Hoy día hay una enorme desconfianza por parte de las realezas petroleras respecto al gobierno de Ahmadinejaad en Teherán. Temen, de verdad, que su política radicalmente antisionista y antiisraelita tenga consecuencias para sus cómodas posiciones políticas (de sumisión dirían algunos) respecto al gobierno hebreo. No es justo para Irán, por supuesto, pero en la diplomacia la justicia es francamente secundaria. La cosa es que los cables de Wikileaks hablan de muchísimos encuentros casi secretos y a título personal entre altos funcionarios saudíes, qataríes y kuwaitíes con diplomáticos estadunidenses en los que se pide una posición mucho más agresiva (léase violenta) contra las actitudes de Irán. Incluso el actual primer ministro libanés, que no es necesariamente amigo de Ahmadinejaad pero que logró ser bastante decente y amistoso cuando éste visitó Beirut, dijo a diplomáticos estadunidenses, ¡estando en una visita en Irán!, que quería ver a EU tomar acciones duras e inmediatas contra las intenciones iraníes de armarse nuclearmente (lo cual, insisto, es falso).
2) Este punto es mucho más breve. Seamos claros: el objetivo de Assange y de Wikileaks es, en el discurso, facilitar la difusión de las opiniones que finalmente influyen en la toma de decisiones respecto a los grandes temas de actualidad internacional. Esto es, democracia, transparencia y rendición de cuentas de la actividad diplomática en el globo. La petición es más que legítima y justa: es imperativa. El gran riesgo (y eso no es culpa de Wikileaks) es que pidiendo una mayor apertura y comunicación del quehacer político entre los Estados, éstos respondan, contrariamente, con mayor cerrazón, secretismo, represión, intolerancia y violencia. No bien fueron publicados los primeros cientos de cables que el Departamento de Estado se pronunció a favor de la aplicación más radical de la ley de espionaje internacional (tan utilizada durante el gobierno de Bush) que "permite" a EU hacerse de información por medios muy poco ortodoxos en cualquier parte del mundo. Argumentado, con entera falsedad a mi juicio, que miles de vidas están en riesgo a causa de la filtración de los cables (porque, se supone, servirán de información a grupos terroristas y demás enemigos del mundo libre), Hillary Clinton llamó abiertamente a la persecución cibernética y física de los implicados en las filtraciones (hoy mismo, martes 7 de diciembre, Julian Assange fue arrestado cerca de Londres donde se escondía, pese a que el gobierno ecuatoriano de Correa le había ofrecido asilo incondicional) y al castigo "con todo el peso de la ley" por desvelar secretos de Estado que son fundamentales para la seguridad de EU y del mundo entero. El cambio de actitudes por parte de la diplomacia estadunidense podrá ser terriblemente negativo: recurrir a mayor violencia y opacidad es una afrenta clara al multilateralismo y a los esfuerzos conjuntos por establecer ciertos mecanismos comunes de solución de conflictos en el mundo.
3) Creo que las filtraciones no tendrán ningún efecto a largo plazo. No van a cambiar la forma en que se hace la diplomacia o el "espionaje legal" que las embajadas en todo el mundo practican. Lo único que quizá sucederá será un cambio en la forma en que los países interesados (sobre todo EU, pero también el Reino Unido, Rusia, China o Francia) transmitan a sus capitales la información recabada. Ahora aplica perfectamente el clásico "cuando veas las barbas de tu vecino cortar...". Nadie puede luchar con éxito contra el espacio cibernético. Sin embargo, sí habrá intentos por bloquear y rastrear con mayor empeño este tipo de sitios (de hecho, Wikileaks estuvo bloqueado el domingo 28 de noviembre). Insisto en que la diplomacia no se volverá más transparente ni más democrática: será siempre un mundo de élites y de secretos, de desconfianzas, melodramas, infiltraciones y traiciones. Habrá quizá algún ingenuo que querrá hacer público todo lo que haga, y será un buen gesto, pero no tendrá eco y quizá quede en el desprestigio.
¿Qué es entonces importante? Creo que hay tres elementos esenciales para un futuro análisis de lo que sucederá con Wikileaks, a saber, 1) las cosas que no se dicen generalmente y que algunos cables ya están evidenciando. No son cosas inverosímiles o que hayan sido conservadas en excelente secreto, pero sí son revelaciones importantes para comprender cómo se reconfigura, poco a poco, el mundo de hoy. 2) Las consecuencias a mediano plazo que pueden tener estas filtraciones respecto al comportamiento diplomático e internacional en general de los Estados Unidos. Y, finalmente, 3), ¿Qué significará esto --si soy capaz de comprenderlo yo mismo-- para la diplomacia global en general? ¿Se convertirá en un asunto de seguridad cibernética como algunos ya han apuntado o revolucionará completamente la forma de hacer diplomacia y política exterior en el mundo?
1) Los cables y telegramas que el equipo lidereado (o al menos representado) por el australiano Julian Assange regalaron a varios diarios son, por lo menos, representativos (los hay de prácticamente todos los países y en buen número), claros (no hay "reportes" ni "estudios" sobre situaciones: son mensajes breves, concisos, que transmiten opiniones o hechos concretos y miedos y preocupaciones) y, por supuesto, morbosos. No es para nada relevante, en términos de ciencia política, saber si Muammar Gaddafi, presidente libio, usa botox o si Cristina Fernández de Argentina tiene problemas de esquizofrenia y bipolaridad. Pero eso sí es importante para el día a día político, el de las percepciones, los miedos y, por supuesto, los chismes. Pero esas cosas son en sí inútiles, si bien fueron las que los grandes periódicos escogieron en primer lugar (o las escogió Wikileaks, no lo sé de cierto).
Lo importante, lo más relevante, está saliendo apenas ahora. Ya publicó El País (uno de los "elegidos" por Wikileaks para este cometido junto con Le Monde, The Guardian -que se los pasó al NY Times- y Der Spiegel, entre muy pocos otros) un análisis profundo sobre los problemas de la relación bilateral entre España y los EU. Insisto, no es novedad, o al menos no es nada que no haya podido intuirse, que después de la victoria de Zapatero en 2004 y el retiro de las tropas españolas de Irak las relaciones con Washington se enfriaron radicalmente. De ahí se adivina que los grandes esfuerzos diplomáticos españoles tienen una meta fija: recuperar la confianza y el respeto de los EU. Sin embargo, los cables recién publicados por El País demuestran que Washington jamás ha considerado a España como un par con el cuál entablar negociaciones y acuerdos de igual a igual. No sólo es la preocupación por la crisis, el desempleo y las dificultades que el gobierno de Zapatero tiene para hacer pasar planes de reacomodo fiscal y austeridad presupuestaria; es, por ejemplo, la desconfianza respecto a temas de seguridad y compromiso español, como por ejemplo, ¿hasta qué punto puede EU contar en Madrid para intervenir exitosamente en el problema del Sahara Occidental? ¿Qué fuerza política tiene España con Marruecos y Argelia para empujar las cosas a una solución estable? Moratinos, jefe de la diplomacia Española, recién se quejó de que EU siga considerando a España un país de "quinta fila", aún cuando "se trata de la 8va economía mundial". Los bancos españoles son poderosísimos y salieron mejor librados de la crisis que los estadunidenses; el peso Español en América Latina es considerable (de hecho es la puerta de entrada para la Unión Europea) y los EU no pueden ignorar eso.
Otro tema relevante (y sólo es por citar dos o tres) es uno del que hablamos poco, incluso como latinoamericanos. Se trata del tristemente célebre "triángulo ingobernable" de la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. Desde hace décadas que el Departamento de Estado y muchos otros observadores insisten en que es una región explosiva en la que han brotado diversos grupos extremistas y en donde hay incluso organizaciones terroristas extranjeras que tienen bases de operación. No es inverosímil porque, de hecho, esa zona ha sido siempre baluarte del contrabando y la ilegalidad. Lo interesante, en concreto, es que, desde hace una década, se habla frecuentemente de que el partido político con brazo miliciano libanés, Hezbolá, tenga un campo de entrenamiento y de operaciones financieras, de narcotráfico y mercado de armas en la triple frontera. Los cables filtrados evidencian la preocupación estadunidense porque esa zona, posible polvorín, sea ignorada o menospreciada por los gobiernos de la región. De hecho, Brasil ha sido recurrente al insistir en que NO es una región ingobernable o que presente problemas serios de seguridad y violencia. Wikileaks, sin embargo, demostró que Estados Unidos siempre lleva su desconfianza un paso más lejos: ahora los cables del Departamento de Estado pusieron en tela de juicio el compromiso brasileño con la lucha contra el terrorismo porque, argumentan, Brasilia ha jugado un doble rol muy nocivo: por un lado niega rotundamente que haya problemas en la triple frontera --y por lo tanto no hace gran cosa al respecto--, y por el otro seduce a los EU prometiéndoles colaboración en la lucha contra el terrorismo en Medio Oriente. Vamos, la posición brasileña no es ajena a la de muchos otros países, pero lo interesante aquí es la forma en que Wikileaks logró desvelar ese juego de desconfianzas, dudas, miedos, incertidumbres y demás. Si EU es escéptico frente al compromiso brasileño para combatir el terrorismo en Sudamérica (asumiendo que lo haya, que yo no me lo creo), Brasil es incongruente y hasta cínico al colaborar, aún si es bajo el agua y en un secretismo bastate profundo, con las operaciones de inteligencia y contraterrorismo estadunidense en el Medio Oriente.
Un tercer ejemplo es el juego de lealtades y de imágenes a conveniencia que las figuras de la alta política árabe aplican respecto a Irán. Sí, la rivalidad entre Irán y los reinos suníes de la península no son novedad: sí, Arabia Saudita, Kuwait y otros apoyaron a Irak durante su larga guerra contra Irán. Hoy día hay una enorme desconfianza por parte de las realezas petroleras respecto al gobierno de Ahmadinejaad en Teherán. Temen, de verdad, que su política radicalmente antisionista y antiisraelita tenga consecuencias para sus cómodas posiciones políticas (de sumisión dirían algunos) respecto al gobierno hebreo. No es justo para Irán, por supuesto, pero en la diplomacia la justicia es francamente secundaria. La cosa es que los cables de Wikileaks hablan de muchísimos encuentros casi secretos y a título personal entre altos funcionarios saudíes, qataríes y kuwaitíes con diplomáticos estadunidenses en los que se pide una posición mucho más agresiva (léase violenta) contra las actitudes de Irán. Incluso el actual primer ministro libanés, que no es necesariamente amigo de Ahmadinejaad pero que logró ser bastante decente y amistoso cuando éste visitó Beirut, dijo a diplomáticos estadunidenses, ¡estando en una visita en Irán!, que quería ver a EU tomar acciones duras e inmediatas contra las intenciones iraníes de armarse nuclearmente (lo cual, insisto, es falso).
2) Este punto es mucho más breve. Seamos claros: el objetivo de Assange y de Wikileaks es, en el discurso, facilitar la difusión de las opiniones que finalmente influyen en la toma de decisiones respecto a los grandes temas de actualidad internacional. Esto es, democracia, transparencia y rendición de cuentas de la actividad diplomática en el globo. La petición es más que legítima y justa: es imperativa. El gran riesgo (y eso no es culpa de Wikileaks) es que pidiendo una mayor apertura y comunicación del quehacer político entre los Estados, éstos respondan, contrariamente, con mayor cerrazón, secretismo, represión, intolerancia y violencia. No bien fueron publicados los primeros cientos de cables que el Departamento de Estado se pronunció a favor de la aplicación más radical de la ley de espionaje internacional (tan utilizada durante el gobierno de Bush) que "permite" a EU hacerse de información por medios muy poco ortodoxos en cualquier parte del mundo. Argumentado, con entera falsedad a mi juicio, que miles de vidas están en riesgo a causa de la filtración de los cables (porque, se supone, servirán de información a grupos terroristas y demás enemigos del mundo libre), Hillary Clinton llamó abiertamente a la persecución cibernética y física de los implicados en las filtraciones (hoy mismo, martes 7 de diciembre, Julian Assange fue arrestado cerca de Londres donde se escondía, pese a que el gobierno ecuatoriano de Correa le había ofrecido asilo incondicional) y al castigo "con todo el peso de la ley" por desvelar secretos de Estado que son fundamentales para la seguridad de EU y del mundo entero. El cambio de actitudes por parte de la diplomacia estadunidense podrá ser terriblemente negativo: recurrir a mayor violencia y opacidad es una afrenta clara al multilateralismo y a los esfuerzos conjuntos por establecer ciertos mecanismos comunes de solución de conflictos en el mundo.
3) Creo que las filtraciones no tendrán ningún efecto a largo plazo. No van a cambiar la forma en que se hace la diplomacia o el "espionaje legal" que las embajadas en todo el mundo practican. Lo único que quizá sucederá será un cambio en la forma en que los países interesados (sobre todo EU, pero también el Reino Unido, Rusia, China o Francia) transmitan a sus capitales la información recabada. Ahora aplica perfectamente el clásico "cuando veas las barbas de tu vecino cortar...". Nadie puede luchar con éxito contra el espacio cibernético. Sin embargo, sí habrá intentos por bloquear y rastrear con mayor empeño este tipo de sitios (de hecho, Wikileaks estuvo bloqueado el domingo 28 de noviembre). Insisto en que la diplomacia no se volverá más transparente ni más democrática: será siempre un mundo de élites y de secretos, de desconfianzas, melodramas, infiltraciones y traiciones. Habrá quizá algún ingenuo que querrá hacer público todo lo que haga, y será un buen gesto, pero no tendrá eco y quizá quede en el desprestigio.
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