martes, 12 de octubre de 2010

Ideología como división izquierda-derecha (Parte I)

Me intrigan las posiciones ideológicas de los inicios del siglo XXI.

Quizá deba rectificar: me intrigan los enfoques y las perspectivas desde las cuales se habla acerca de ideologías en el Siglo XXI. Esto, porque hay una enorme tendencia (y no es sólo de este siglo) que intenta desprestigiar a las ideologías bajo el supuesto de que carecen de mayor fundamento en una época de globalización y posmodernidad que ha roto ya con tantos paradigmas. Sin embargo, hay muchas otras tendencias, materializadas en sistemas políticos, en movimientos sociales o en corrientes religiosas, que proponen nuevas ideologías, las defienden e incluso, en ocasiones, se aferran a ellas pese a que resultan absurdas o incomprensibles para gran parte de la humanidad.


A mí no me gusta pensar que las ideologías no tienen ya mayor relevancia, que no existen o que, en el mejor de los casos, han pasado de moda. Es cierto que hay espacios de la vida cotidiana donde no parece haber necesidad de introducirlas (los alemanes suelen decir que a la hora de poner alumbrado o drenaje no puede haber izquierda o derecha), pero en muchas ocasiones las ideologías, o al menos sus implicaciones políticas –en términos del partido o posición que toman los individuos–, subyacen a casi cualquier tipo de interacción social, a casi cualquier decisión económica y a prácticamente todas las prácticas políticas.


Claro, mi argumento es debilísimo porque no empiezo definiendo lo que es una ideología. No lo hago porque simplemente no lo sé, pero tengo una apuesta. A mi juicio, una ideología es una hoja de ruta, una especie de plan que los individuos y los grupos pueden adoptar como referente al momento de cuestionarse sobre múltiples aspectos de sus vidas (individual y colectiva), aspectos como las elecciones económicas, las dinámicas sociales o las decisiones políticas. Es, quizá, una especie de guía que nos sirve de enfoque, de lente, para acercarnos al mundo externo. No es lo mismo que una teoría en términos científicos. Tampoco creo que sea un conjunto de ideas y paradigmas que deban aceptarse sin cuestionar o juzgar: creo que adoptar una ideología implica, ojalá, conocer más o menos las distintas opciones y el camino que cada una ha seguido a lo largo de la historia. Por ejemplo, decidir que se es de ideología de derechas (así, en plural, porque hay muchas) significaría aceptar como moralmente válidas o verdaderas ideas tales como la inherente desigualdad entre individuos, el funcionamiento de las sociedades como resultado de estas diferencias de ocupaciones, intereses, aspiraciones, pero también de ingresos, oportunidades y hasta capacidades. Significa, también, pensar que la política no es el eterno conflicto, sino el consenso paulatino que sólo alcanzan los más doctos o preparados que sólo representan al grueso de la población (cediendo, en el mejor de los casos, algunas prerrogativas democráticas), pero que no necesariamente la toman en cuenta.


Así, una ideología como un intento por englobar distintos problemas, preocupaciones e intereses en una misma perspectiva (es decir en un esquema más o menos uniforme de valores, objetivos, ideas de procedimientos y métodos) resulta de lo más relevante para posicionarse, como individuo, frente al mundo.


Hoy día, sin embargo, las ideologías pueden confundirse (o complementarse, según se quiera). Es muy común decir que se es liberal en términos sociales y al mismo tiempo atacar el liberalismo económico o político; los conservadores y los autoritarios pueden ser grandes admiradores del liberalismo económico. Así, lo que en un tiempo o espacio definido era considerado de izquierda deja de serlo en otro periodo o lugar. Por ejemplo, en el siglo XIX mexicano los liberales eran la izquierda en oposición a una derecha conservadora. Con la llegada del pensamiento socialista y anarquista a México, el liberalismo apareció tan sólo como la variante democrática de la derecha. En el siglo XXI, ser de izquierda en México puede significar retomar muchos elementos de aquel liberalismo decimonónico y rechazar postulados socialistas de épocas pasadas. Por poner otro ejemplo, el comunismo en un ´solo país de la Unión Soviética está lejos de ser el mismo bagaje ideológico de los teóricos socialistas del siglo XIX y también está muy distante de los nuevos postulados multiculturales y socialistas del siglo XXI.


Las ideologías, por lo tanto, son siempre relevantes, y lo son en tanto que las sociedades y los individuos son capaces de ajustarlas a lo largo del tiempo, no de tal suerte que se confundan, pierdan sus fundamentos elementales o se desprestigien, sino en el sentido que se actualicen a los tiempos y sus condiciones. Decía Norberto Bobbio en su ensayo sobre la izquierda y la derecha que una característica fundamental de la izquierda, sin importar su mote (socialista, anarquista) o su época (Revolución Francesa o Movimiento de los Sin Tierra), ha sido, es y será la lucha por concebir y luego implementar sociedades más equitativas –incluso igualitarias– y justas, mientras que la derecha suele conformarse con el statu quo –y luchar sólo por mantenerlo. Hay científicos que proponen, en términos dialécticos, una diferenciación entre izquierda y derecha diciendo, por ejemplo, que si la izquierda se convierte en sinónimo de un proceso de crítica constante y de superación de lo anterior, entonces las nuevas hipótesis científicas y, por lo tanto, el nuevo conocimiento sólo es posible desde y gracias a la izquierda.


Carlos Arriola dijo muy atinadamente que quien intente eludir o negar que hoy día haya todavía una diferencia entre izquierda y derecha definitivamente no es de izquierda. Y yo complemento: es porque no tiene mayor motivación por enfrentarse al statu quo.


Espero que los párrafos anteriores sirvan de preámbulo a una discusión próxima de este blog, que espero sea más aterrizada. Será sobre las identificaciones ideológicas de partidos políticos y movimientos sociales en México. La idea, se las adelanto, es que en México sí hay una crisis de las ideologías, sobre todo de las de izquierda que serían las supuestas contestatarias del statu quo. O bien, para matizar, que la crítica a este statu quo es muy tibia (porque las aspiraciones de quienes abanderan la izquierda mexicana son muy débiles). Ya veremos.

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