1. Toca discutir la libertad de
expresión.
a.
Sí,
sí se puede criticar y banalizar a las religiones.
b.
No,
no es cierto que por hacerlo automáticamente se atente contra principios
fundamentales de éstas.
c.
Sí,
sí hay un límite a la libertad de expresión, y éste debería ser lo menos
abstracto y aristocrático posible (es decir, no al Baremboinismo de “el límite
es el buen gusto”), y lo más empírico y dialéctico posible: ahí donde se incite
a la violencia desvelada, al odio injustificado y a la falta total de argumentos
racionales, ahí está el límite.
d.
En
ese sentido, las religiones han dado prueba histórica de la necesidad de que se
les someta a los límites de la libertad de expresión. En otras palabras, la
libertad de expresión nació para limitar a las religiones y sus abusos.
2. Toca discutir el multiculturalismo
racista.
a.
Parece
un absurdo, pero es así. Los fanáticos del multiculturalismo son paternalistas
y condescendientes. Hablan de una hipotética y hasta ahora no confirmada
“comunidad musulmana”. Sugieren que un ataque, crítica, burla o insulto a la
religión es un ataque a los fieles. Ven a la “comunidad musulmana” como un
todo, como un grupo de ingenuos creyentes más sensible que los demás, y por eso
habría que ser más cuidadosos de no herirlos o insultarlos en aras de una
multiculturalidad tolerante e incluyente.
b.
Tal
idea simplona niega la capacidad de cientos de millones de musulmanes de
burlarse, también ellos, de su religión. No es cierto que las caricaturas de CH
incomodaban a “los musulmanes”. Incomodaban a algunos individuos particulares,
seguramente muchos de ellos con problemas de autoestima, fanatismo, marginación
socioeconómica, instinto de venganza y avidez de poder que, muy
incidentalmente, practican el Islam. Son idénticos a ese noruego que disparó en
nombre del cristianismo. Los adolescentes gringos que disparan en las escuelas
comparten 99% de esa personalidad con los asesinos de CH. El 1% faltante es
insignificante (su religión), porque, al final, hacen lo mismo: matan.
3. Toca discutir el terrorismo.
a.
La
diferencia entre el adolescente gringo, el noruego orate y los idiotas asesinos
de CH es, además de la religión, la capacidad organizativa. Hay un Al-Qaeda
respaldándolos, entrenándolos, guiándolos. ¿Lo convierte eso en terrorismo o en
una especie de guerra de posiciones?
b.
Si
sí es terrorismo, ¿de qué sirve entonces toda la parafernalia de vigiliancia y
control, que obviamente se extiende a toda la población que ni la debe ni la
teme, si en última instancia lo que importa es derrotar a una gran organización
político-militar con estructuras claras y mandos de poder evidentes, así como
con bases de apoyo identificables? ¿Leer mi bandeja de entrada o la de
Coulibaly ayudará, de verdad, a debilitar el mando central de Al-Qaeda? No lo
creo.
c.
Si
no es terrorismo, no veo otra razón por la cual los medios hiperactivos y los
gobiernos de todo el mundo lo han catalogado como tal a parte la de crear,
ellos sí, terrorismo psicológico. En otras palabras, la pregunta sigue abierta.
4. Toca discutir las religiones.
a.
¿De
verdad seguiremos defendiéndolas basando nuestros argumentos en sus discursos
fundacionales de paz y amor?
b.
En
el nombre del Islam, muchos países musulmanes aplican leyes y políticas que
marginan singularmente a las mujeres (trabas al divorcio, al aborto, a la
herencia, al trabajo, a la organización, etc), a las minorías políticas y
culturales y a las clases subalternas en general. Y no hablo de la Sharía, sino
de los códigos penales de países “seculares” (pienso en Marruecos, por
ejemplo).
c.
En
el nombre del catolicismo, cristianismo, judaísmo y cualquier deísmo y animismo
se hacen cosas muy similares a diestra y siniestra. Uno podría decir que no es
culpa, esencialmente, de las religiones per se, sino de la instrumentalización
política y social que las estructuras estatales han hecho de ellas. Argumento que no se equivoca del todo, visto que, como dice una francesa cuyo nombre no recuerdo, "si el ateismo curara el machismo, ya se sabria". Pero, por otro lado, el argumento es débil y carece de historicidad. La instrumentalización de las religiones no es pasajera,
sino que es un elemento fundamental de las estructuras de poder y desigualdad
en las sociedades contemporáneas y en las del pasado.
i.
Mala
suerte que, en todas las sociedades contemporáneas, el fundacionismo estructural
de las religiones ha sido complementado, aumentado, superado, sustituido por
las estrcuturas del capitalismo.
ii.
Con
esto sugiero que discutir las religiones no es suficiente si no se discute al
capitalismo. Es más, es mucho más urgente discutir al capitalismo (y entender cómo
acabar con él), que discutir las religiones, pero no podemos ignorar el rol de
dominio, exclusión, poder y autoritarismo que las religiones juegan y han
jugado. En el mejor de los casos, lo han hecho convirtiéndose en instrumentos
de las estructuras político-económicas; en el peor, han sido ellas mismas
quienes han absorbido tales estructuras, amalgamándose y auto reproduciéndose (pienso
en Irán, sobre todo).
Toca discutir, así que no me dejen chiflando en la loma.
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