lunes, 19 de julio de 2010

Cuévano

La mejor sátira jamás escrita acerca de Guanajuato es la de Ibargüengoitia, qué duda cabe. En su libro "Estas ruinas que ves" los personajes, aunque con nombres distintos, son una clara calca de una serie de individuos guanajuatenses más o menos bien posicionados en la sociedad. Sus pifias y sus aquelarres no son secreto de nadie.

Suelo quizá no evidenciarlo, pero en el fondo sé que sí tengo un vínculo con Guanajuato. Viví ahí 13 años y sería imposible borrarlos. Claro está que para fines prácticos y por un cierto orgullo urbano suelo presentarme como capitalino/chilango. Tengo también mis razones pues nací ahí y vivo (o viví y viviré, no lo sé) en el DF. Pero Guanajuato no dejará de ser la ciudad en la que crecí.

Las emociones baratas las dejo para después. Hoy quiero reflexionar sobre la comunidad guanajuatense en sí. No podré estar a la altura del señor Ibargüengoitia, pero algo quizá hay que decir. Guanajuato es un pueblo cosmopolita, sí, pero no deja de ser pueblo. O bien, es una pequeña ciudad, pero no deja de ser pequeña. Sus 150 mil habitantes viven mal repartidos geográficamente y peor todavía socioeconómicamente. Ser la capital del Estado, sede de gobierno, cabecera universitaria y centro turístico ha implicado, sin duda alguna, que la riqueza fluya a Guanajuato. El tema de la repartición, sin embargo, es tan trágico como en el resto del país, o quizá peor aún.

De entrada les comparto que todas estas reflexiones baratas surgen porque vi, esta mañana, un álbum de fotos en Facebook del buen Biut Gerardo Fabre. Si no me equivoco, es el redactor de la sección de viajes del periódico estatal a.m. Si no me equivoco dos veces, es quien en su tiempo libre vende inverosímiles artículos en el centro de Guanajuato, a un paso del templo de San Diego. Bien. La cosa es que vi un álbum suyo en el cuál hay 200 fotos de personajes guanajuatenses. Todos ellos fueron fotografiados en el jardín de la Unión, gran centro de reunión de la élite guanajuatense (en el sentido amplio de la palabra élite). Todos ellos, con caras felices o falsas -o falsamente felices-, representan icónicamente las arbitrariedades y desigualdades de Guanajuato. Las conclusiones vienen en seguida, pero ustedes, astutos lectores, ya las conocen.

Pero iré poco a poco. Antes, les presento los pequeños temas contemplados, que son básicamente mis pequeñas impresiones de los grupúsculos sociales más o menos representados en el jerárquico álbum que les menciono.
A Guanajuato han llegado parvadas de extranjeros adinerados a instalarse, hacer negocio, gastar sus pensiones primermundistas y jinetear bienes raíces (tema 1). De forma muy distinta, alguna vez llegó una jauría de universitarios, defeños en su mayoría, que se instaló en la recién autónoma Universidad de Guanajuato y comenzó a trabajar desde la base. Muchos físicos, matemáticos, químicos, filósofos, historiadores y sociólogos llegaron de fuera para enriquecer la universidad (tema 2). Hay, por supuesto, algunas familias muy tradicionales que han hecho fortuna en distintos campos y que heredan los negocios impunemente (tema 3). Claro que hay "nuevos ricos" y capas ascendentes de la clase media que se han colado, ya sea por la política o por los negocios, en las altas esferas guanajuatenses (tema 4). Por último, hay una clase política muy identificable (tema 5).

UNO. Guanajuato no es San Miguel de Allende, y qué bueno. No son los estadunidenses los grandes colonos (en el sentido tradicional del término), aunque quizá sí sean mayoría simple. Guanajuato alberga, sin embargo, a muchos canadienses, británicos, franceses, españoles, alemanes, italianos... hay incluso una microcomuna belga. Claro, será difícil encontrar inmigrantes de verdad en Guanajuato: ¿dónde están los salvadoreños en su paso a los EU? ¿Hay refugiados congoleses como en el DF? ¿Y la comunidad colombiana tan abundante en la capital? Claro que no: en Guanajuato hay extranjeros con dinero, extranjeros que vinieron a hacer dinero y extranjeros "hippies" o alternativos que aparentan no les importa (aunque en el fondo sí tienen o hacen dinero). Muchos de ellos, si no es que casi todos, han ingresado con elegancia en los círculos más tradicionales de la alta sociedad guanajuatense: se han casado con gente de los temas siguientes o simplemente se codean con ellos pues son grandes amigos o socios. Claro, muchos de esos extranjeros "alternativos" terminaron refugiándose en la Universidad de Guanajuato buscando un espacio de respiro liberal que muchas veces se niega en el verdadero Guanajuato (lo cual no implica que toda la Universidad sea de corte liberal; de hecho esa tendencia va a la baja). Además de los que se instalaron aquí hace varios años, Guanajuato sigue recibiendo oleadas de jóvenes extranjeros que vienen a hacer cosas distintas, pero que básicamente acaban distinguiéndose por seguir la fiesta en tal o cual lugar: pregúntenle a los del Fly qué ha sido de las noruegas que invariablemente caen ahí.

Tema DOS. A este grupúsculo yo le doy mucha importancia pero admito que de hecho no la tiene. No la tiene ante los ojos de la tradicional élite guanajuatense y de su población más humilde (y mayoritaria). No la tiene porque, o bien vive demasiado enfrascada en las alturas de sus burbujas intelectuales, o bien porque es vista con cierto desprecio por la otra élite local que nunca fue muy ilustre y que se ve comúnmente criticada por la "pedante intelectualidad de [la facultad de) filosofía".
Les decía que se trata de una banda de chilangos. No es enteramente cierto, pero sí hay un buen número de ellos que se instalaron a lo largo de 80s y 90s en la Universidad y han trabajado por ella. No quiero echarle flores a un tal progenitor mío, o no nada más: en las facultades de Química y Filosofía, en el CIMAT/FAMAT y en el instituto de Física, sólo por mencionar algunos centros, hay un gran número de profesores de origen capitalino que han sido directores y reconocidos profesores. Algunos nombres son Jesús Polo, Juvencio Robles, Guillermo Mendoza en Química, Aureliano Ortega en Filosofía... no seguiré porque me doy cuenta, por supuesto, ¡que sólo cito a los padres de mis amigos! No es ninguna coincidencia, lo sé... carajo.
En fin, decía yo que esta élite universitaria -y ya no me refiero exclusivamente a los "chilangos"- está de cierto modo desconectada del resto de la comunidad guanajuatense. Esto por varias razones pues, como ya dije, hay un constante choque con las fuerzas más tradicionales del pueblo (aunque hay claras excepciones). También hay un aberrante choque intra-universitario, pues hay un enorme grupo de neoconservadores, acérrimos panistas o priístas (en Guanajuato comúnmente da igual), que sabotean sistemáticamente el "progreso liberal" de las ciencias y la educación en nuestra ciudad. Claro que generalizo y agrego tono mártir, pero a lo que voy es que la intelectualidad guanajuatense, como en todos lados, no es uniforme y tiene, evidentemente, choques ideológicos internos gruesos. El problema es cuando esos choques están tan empantanados en la política. Por ser breve, Juan Carlos Romero, que me parece fue un buen rector, fue un pésimo gobernador, pero en su juerga panista incrustó en la Universidad a varios correligionarios, fieles pero imbéciles.
Para terminar con los universitarios, tan sólo comento que aparecen muy poco en el álbum que me sirve de guía. Ellos también se pasean por el Jardín, pero nadie les toma fotos porque no son tan conocidos como los dueños de los antros.

Tema TRES. ¿Qué apellidos famosos de Guanajuato conocen? Claro, todos ellos en los que están pensado tienen algún digno representante en el álbum de Biut Gerardo. Son, básicamente, viejas familias de ricos guanajuatenses que han heredado ciertos negocios. Noto, sin embargo, dos cosas. Primero, que no es siempre tan antiguo como parece: muchos de esos "imperios financieros" (guardemos las debidas proporciones locales) son resultado de un empuje priísta de los cincuenta y sesenta, una época que enriqueció a constructoras y luego a hoteleros locales. Hoy día Guanajuato vibra con una cierta vida nocturna que también ha enriquecido a más de uno. Segundo, que quizá exagero cuando hablo de ricos guanajuatenses. Mi gran amigo Adán decía que en Guanajuato no hay ricos tal cual. En sí eso es cierto: las comparaciones con otras grandes ciudades del país dejarían boquiabiertos a los "ricos" de Cuévano. Pero eso no quita que, comparados con la población local, sí lo son y, sobre todo, así se portan. Hay una gran interrelación entre ellos, lo que se explica básicamente porque de origen son pocas familias y porque la ciudad es chica. Sin necesidad de rallar en el incesto, los grandes nombres guanajuatenses se mantienen juntos y se multiplican.
Ellos son, básicamente, quienes aparecen en nuestro bonito álbum. Son los guanajuatenses que se han ganado una reputación (muchas veces una buena reputación) por distintas cosas, desde los negocios hasta los clubes sociales. No son necesariamente pedantes y exclusivamente intolerantes como muchos ricos leoneses o capitalinos; más bien son una gran comunidad, lo cual los hace parecer algo alejados del resto de la población local. Aún así, y en eso Adán tiene razón, el hecho de que no sean exorbitantemente ricos permite que se codeen con otras capas de la sociedad, las del

Tema CUATRO. En ocasiones es difícil definir cuándo un individuo o una familia es del tema 3 o del 4, es decir, cuándo se trata de una fortuna que lleva décadas o cuándo de una nueva posición social que apenas va tomando forma. La gran ventaja de Guanajuato es que el intercambio entre 3 y 4 es bastante sencillo. En este tema 4 hay muchos universitarios, pequeños empresarios y comerciantes, profesionistas liberales...en fin, la clase media alta guanajuatense. Muchos fueron a las mismas escuelas (incluso públicas, o sobre todo públicas), a la misma prepa (no hay muchas opciones) y, en un descuido, estudiaron las mismas carreras en la UG. En el fondo el bagaje no importa mucho y la comunicación es buena. No importa que vivan en el bonito Marfil o en el paseo de la presa pues bajarán al centro a juntarse con los que vienen de Noria Alta, Las Palmas, de los urbanismos clasemedieros de la panorámica y, por supuesto, del centro mismo y sus callejones. Si bien en ocasiones hay pretensiones y falsas expectativas que se generan ("yo me junto con fulanito porque su familia tiene el bar X y recibimos tragos"), o peor, "entraré a la política gracias a mis contactos con fulana", por lo general la convivencia es pasiva y apacible. No cabe duda, pues, que ese es básicamente el grupo del álbum.

Tema CINCO. Por último y en breve vienen los políticos. Todos los conocemos y todos decimos ser sus amigos. De hecho, es relativamente probable que lo sean, pues sus verdaderas bases de apoyo siguen siendo muy informales: estrechos lazos familiares o cadenas de pequeños favores... en Guanajuato no importa si es el PRI o el PAN: en 2009 la alianza que llevó a Nicéforo fue PRI-PRD; los panistas guanajuatenses llevaron a Fox a los pinos en 2000... Vamos, en Guanajuato el partido importa relativamente poco. En las fotos del álbum, a excepción del buen Scheffler, todos los políticos son básicamente "prianístas"... ellos y sus familias.
No es triste, es así. Han gobernado Guanajuato y lo gobernarán porque así funciona. En el fondo, la ciudad es tan pequeña que no tiene suficientemente dinamismo político.



A veces extraño Guanajuato. Por un lado su falta de anonimato es interesantísima: recorrer las calles saludando a conocidos y sabiendo que todo lo que hagas se sabrá de inmediato. Por el otro, es terriblemente patético: las páginas de sociales de la prensa local, con sus estupidísimas notas sobre guanajuatenses prominentes que básicamente tienen tiempo libre y cabeza vacía, son más comunes de lo que uno cree. El "qué dirán" es casi tan importante como el "quién lo dijo" y hacerse notar es, todavía, un deporte local . La ciudad es bonita, sí. Tiene oferta cultural, sí. Salir de noche, de día, ver a los cuates en el centro y visitar algún bar es divertidísimo, sí.
Pero Cuévano es eso, un pequeño mundo de baja actividad intelectual y alto grado de intercomunalidad entre sus amplias élites. Tiene sus ventajas, pero también es el tipo de ciudad del que uno quiere siempre escapar para sólo volver cuando se le antoja... cuando no resiste y quiere sucumbir a ese mundo tan conocido y apacible.

2 comentarios:

Aquiles Digo, antes Jordy dijo...

No mames, grandísimo post. Había empezado a leerlo hace unos días pero tuve que dejarlo inconcluso. Cuando pienso en una manera fresca pero inteligente de narrar y analizar situaciones definitivamente me refiero a algo como este texto.

Hasta ahí los halagos, mano. Sobre Guanajuato: he estado en esa ciudad unas tres o cuatro ocasiones, es bonita, pero nunca he podido dejar de verla como un sitio eminentemente cultural-turístico. Leer de Guanajuato como ciudad es algo novedoso y me agradó bastante. Ahora bien, si bien es entendible el conservadurismo "histórico" en varias zonas de la región del Bajío, me parece increíble que aquel siga siendo tan potente teniendo una Universidad que ha crecido bastante en prestigio y que -uno supondría- ayuda a crear una sociedad más abierta y educada.

En fin, un abrazo.

Anónimo dijo...

Felicidades, Diego, por la percepción tan claridosa de la surrealidad guanajuatense.