martes, 23 de marzo de 2010

México desde lejos

Siempre es enriquecedor conocer las opiniones que los extranjeros tienen sobre nuestro país. La prensa, la televisión o el internet dedican, esporádicamente, espacios a México y analizan (aunque mejor dicho digieren para un público poco familiarizado con nuestro país) temas varios, principalmente la violencia y la próxima cumbre sobre ecología y Medio Ambiente en la Ciudad de México.


¿Bien? Sin duda la respuesta es contradictoria. Por un lado, da gusto ver la palabra "Mexiko" en los medios de comunicación alemanes; por el otro, es triste que siempre venga acompañado de ideas tales como violencia, drogas, inseguridad, inestabilidad, muertos. Sumado a ello, otra situación poco amable es que se habla menos de México que de países con importancia relativa menor en términos económicos y/o poblacionales –aunque quizá no política- como Venezuela, Irán, Egipto o Israel. Lo cierto es que al final resulta desagradable y triste ver a México bajo esas descripciones, sobre todo porque no sólo es la prensa, sino la población en general. Ya me he topado con cosas del estilo: “¿¡Vienes de México?! Uórale, ¿y no te tocan muchos balazos?; ¿¡Del DF dices?! Mierda, sí debe estar cabrón vivir ahí!; ¿Cuántos muertos dices que hay por día? ¿150?”.

Y sí, eso es quizá triste y molesto; hay que explicar que la violencia desproporcionada se limita al norte (que no es ningún consuelo, pero bueno) y que la vida en el DF no es peor que en cualquier otra metrópolis (incluso podría ser peor). Los medios de comunicación exageran un poco y “mienten”, es decir sólo dicen un poco de verdad. Claro que hay amarillismo y opacidad respecto a lo que sucede en México que podría ser importante y hasta interesante y bonito. Ni modo, qué le vamos a hacer. La cosa es así siempre y en todos lados (también en México escuchamos puras cosas horribles de China, de Venezuela o de Ucrania). Pero, haciendo un balance, lo triste se contrapesa con lo ridículo.

Sí. Lo ridículo es lo que, afortunadamente, no sale en los periódicos de acá. Lo ridículo es lo que alcanzo a leer de vez en cuando en los sitios de los periódicos mexicanos. Lo ridículo es meterse en los medios mexicanos y enterarse de la política del momento, de las discusiones vacías y las alianzas corruptas en las esferas de la política. Y ya sé que sonaré muy ingenuo si digo que eso no lo sabía ya. Claro que los sé desde hace tiempo y claro que me doy cuenta de ello cuando leo periódicos estando en México. Es incluso posible que no esté sucediendo nada peor de lo que ha sucedido durante décadas en nuestro bello país. Simplemente, resulta intrigante y particularmente castrante que, al no estar “de lleno” en la grilla del momento en México, mis pequeñas ideas actuales son quizá más sencillas, burdas e inexactas que en otra ocasión. Les presento, a manera de ejercicio y esperando cierta retroalimentación de su parte, lo que entiendo que está pasando de manera muy general.

1) La economía sigue del carajo pero el objetivo principal es hacernos creer que eso no es cierto. Un par de meses después de haber estado en la debacle total, el gobierno nos anuncia con pompa que estamos en un cuasimilagro de recuperación meteórica. ¿Sí? Híjole. Aún creciendo 4%, necesitaremos 2.5 años para alcanzar en nivel de mediados de 2008 (porque desde entonces la economía decreció 10.6%). Eso significa que, para mediados de 2012, estaremos como cuatro años antes. Qué bonito. A eso tenemos que agregarle la inflación, el crecimiento poblacional y el problema del desempleo galopante (curiosamente, todas las estadísticas que presenta el gobierno “olvidan” la población que recién se convierte en económicamente activa y la bola de estudihambres de universidad que, al terminar, buscan trabajo y no lo encuentran… o como dicen en Yucatán, lo buscan, lo buscan y no lo buscan).

2) Mister Obama encolerizase. La violencia está en su máximo (único récord que México rompe día con día) y se llevaron entre las patas dos o tres empleados de la diplomacia estadunidense en Ciudad Juárez. Craso error .Ahora tendremos al FBI acá (¿¡más?!) investigando o “cooperando para mantener el orden”. Sé que es una simplificación, pero entiendo que estamos quedando muy mal ante EU, y que si al principio Washington apoyaba la política antinarco de Calderón, ahora tendrá que dar un jalón de orejas y, muy a nuestro pesar –aunque quizá debamos admitir que con ciertos resultados positivos en el corto plazo-, intervenir con más enjundia en lo que hacemos en México.

3) Por su parte, el circo legislativo no deja de repetirse insaciablemente. No es ninguna novedad que hay mancuernas PRI-PAN y me parece estúpido intentar defender la “pureza y la independencia” de cada partido con respecto al otro. Tampoco quiero caer en el otro extremo, aquél que acusa de todos nuestros problemas a la mafia PRIAN. Sea como sea, desde aquí alcanzo a ver otra vez una predisposición priísta al acomodo con el PAN (aunque hoy quizá ese acomodo se llame “jaque mate”), lo que le permite a este último seguir marginando a la izquierda (si es que nos queda una).

4) Las elecciones más cercanas serán en estados muy importantes del cuadrilátero político mexicano. Edomex y Veracruz nos mostrarán una vez más porqué sus dinámicas políticas son tan importantes para la política nacional. Fidel Herrera, desde mi humilde óptica, fue muy pendejo al creer que, en términos de capital político, bastaba con afianzarse en su estado; según entiendo, el hombre tiene muy poco apoyo fuera de Veracruz. El hombre será todo lo pez gordo que quiera en el Golfo, pero me temo que a partir de 2011 hablaremos poco de él. Leía aquí (y agradezco la nota de Jaime, colega colmeca) que el señor Duarte de Ochoa tiene luz verde para las próximas elecciones y para confirmar que el nuevo fantasma que recorre a México tiene poco de nuevo y mucho de fantasma: se llama simplemente PRI. Enrique Peña Nieto me cae muy mal. Me parece un chamaco apestoso, completamente imberbe en política y totalmente desconectado de la realidad nacional. Sin embargo, es el maldito “gallo” de la cúpula priísta y, por consiguiente, es muy posible que debamos aguantarlo de aquí al 2018. No es de extrañar que haya movimientos en su contra. Lo que es patético es que uno de ellos sea una alianza PRI-PRD. No es la primera vez que sucede, pero sea como sea confirmará lo que también sabemos desde hace tiempo y que los tibios nomás no quieren aceptar: Jesús Ortega es completamente incapaz de dirigir un partido y, lo peor, no tiene un solo pelo de izquierdista. Triste, de veras, que el PRD –ya en franca caída libre- se precipite hacia un nuevo barranco.

En suma, puras apreciaciones desde lejos. Me gustaría leer algo más en serio sobre lo que está pasando. Por ejemplo, no me he dado el tiempo para ver qué onda con la famosa reforma laboral o con el estancamiento de la política.

Láncense al ruedo y escriban una nota político mexicana en sus blogues! Así me enteraré de algo ya digerido, ameno y divertido.

Luego les contaré qué voy aprendiendo de política alemana (por si le interesa a alguno).

domingo, 14 de marzo de 2010

Prerrogativas del ausentista (o de cómo voy descubriendo Berlín)

Soy un ausentista, un faltista. Llevo casi tres meses fuera de México (tiempo que equivale a la inactividad en este Blog) y tres meses de cambios de rutina (o, más bien, de ausencia de una... hasta ahora). La rutina es lo que me permitía darle seguimiento a este espacio y poder alimentarlo. Eso pienso yo (y en inglés le dicen wishfull thinking). Lo cierto es que no tengo pretexto alguno (pero tampoco necesidad de tener uno) para justificar que no haya nada nuevo acá. De todos modos ustedes son pocos lectores y yo no correspondo como debe ser, olvidando con frecuencia leer los blogs de ustedes. En fin.

Pero basta de cháchara barata. Estoy en una ciudad lejana y a la vez muy cercana, conocida y sorprendente. La mejor de las sorpresas no es la excesiva disimilitud entre Berlín y el DF (de hecho no hay tal cosa entre ningún par de grandes ciudades hoy día) sino quizá sus coincidencias y una que otra diferencia notable, pero no extrema. Me explico. Aquellos que tenemos la suerte de poder viajar y de pasar temporadas importantes en lugares distintos al de siempre tenemos la mala costumbre de encontrarnos con cierta facilidad en casi cualquier lugar del Mundo. No, el Mundo no es un pañuelo, no es pequeño. Sucede que los que podemos usar esa expresión barata somos muy pocos, y como nos la pasamos dando vueltas y conociendo gente podemos darnos el lujo de decir esas cosas. Esa es quizá la parte más aburrida y ala vez más sencilla de mi estancia acá: el grupo de jóvenes que compartimos clases de alemán en la universidad es casi homogéneo. Todos somos universitarios, todos hemos viajado, todos hablamos algunos idiomas más, todos usamos facebook, leemos los mismos libros y vemos las mismas películas; todos disfrutamos de actividades similares y tenemos temas de conversación casi predecibles. La variedad se limita a la nacionalidad y a la lengua madre, variedad que no es ningún obstáculo. Ya he escrito cosas sobre estos grupos afortunados del mundo y no voy a alargarme. Simplemente es la pequeña realidad del grupo al que ahora "pertenezco".

Pero Berlín es más interesante que eso. Voy a platicarles las actividades del día viernes 12 de los corrientes y reflexionaré al respecto.
Ese día, después de clases, fuimos en grupo a conocer una antigua prisión política de la Stasi, policía secreta de la República Democrática Alemana. La Stasi, que contaba con cientos de miles de empleados de forma directa o indirecta, estaba infiltrada en casi todos los rincones de la vida diaria de 15 millones de alemanes. No era 1984 de Orwell (libro que por cierto estaba prohibido), pero tampoco era el paraíso comunista. Dictadura era y prisioneros políticos había. Lo interesante, más allá del repaso histórico de la situación, del recuerdo de las víctimas del autoritarismo y de la reconstrucción de un programa alemán común, es la argumentación actual que circula un poco por todos lados respecto a ese pasado comunista (en la acepción soviética del término). Resulta interesante partir de la siguiente frase muy simple: en la RDA quizá no había plátanosy kiwis todos los días para el desayuno (tampoco en la RFA, o al menos no para todos); pero sí había manzanas para todos; sí había carros, departamentos bonitos, música, teatro, buena vida, trabajo, educación y salud. Lo grave, lo que no tenemos derecho a olvidar o a despreciar, es que no había libertad elemental (opinión, prensa, asociación) y que, en segundo lugar, no había democracia. Paréntesis: yo considero a la democracia algo fundamental, pero me niego a relacionarla con el capitalismo.

Bien. Este tipo de reflexiones acertadas evidencian lo siguiente: 1) No podemos quedarnos con la historia de los vencedores: la derecha alemana y europea y gringa no dejan de alardear sobre la derrota del comunismo, la liberación del Este y la enseñanza democrática y librecambista. Según sus interpretaciones, las oposiciones de la Guerra Fría eran comunismo vs democracia, liberad vs esclavitud y moral de hierro vs espíritus libres. Nada más exagerado. Primero que nada, la democracia era sólo un aderezo, un escaparate. ¿Por qué Occidente no puede decir, simplemente, que la diferencia era entre comunismo y capitalismo? ¿Qué necesidad hay de obviar esa fea palabra?
2) La población no fue "liberada" por Occidente. En muchos casos se liberó sola (como en Hungría o en Rumania), y cuando tuvo problemas y luego sangrientos obstáculos (Hungría 56, Checoslovaquia 68), Occidente cerró los ojos. Incluso en Alemania, donde había un gran empuje desde Alemania del Oeste para la reintegración, el Muro lo tiraron los alemanes del Este.
3) Para la izquierda europea, para la alemana en este caso, no es impensable hablar todavía de socialismo y democracia. Muy al contrario, los excesos del capitalismo vuelven evidentes las posibilidades socialistas. Incluso en 1989-90, cuando el Muro cayó, muchos alemanes del Este plantearon la posibilidad de construir un nuevo sistema socialista y democrático (no confundan esto con la tibia socialdemocracia, por favor); hoy día, el partido de izquierda alemán sigue cosechando muchos votos en el Este.

Así, ¿qué importancia tiene el recuerdo y la memoria de espacios como esta cárcel política de la Stasi? Enorme. No tenemos derecho a olvidar la tortura y la represión política. Tampoco podemos congratularnos por haber "ganado" algo. Falta muchísimo.

Y hay quienes se han dado cuenta de ello. Ese mismo día, después de la visita a la prisión, fui con mis coinquilinos a una obra de teatro (de la que comprendí muy poco, lástima de alemán que hablo) en una "casa proyecto". Lo interesante de la casa proyecto es que funciona un poco como comuna y mucho como foro cultural y político crítico. Hay unos 30 ó 40 departamentos en ese edificio, todos muy chingones, en los que viven varias personas interesadas en colaborar con distintos proyectos. Cuando digo que es un poco una comuna me refiero a un modo de vida que no es 100% colectivo: hay cenas y desayunos en grande para los habitantes, compras en común para algunas cosas y, por supuesto, un mantenimiento colectivo del edificio. Pero no es una vida continua e ininterrumpida en el grupo. Cada quién vive en su departamento y hace lo que quiere. Lo interesante, insisto, es el trabajo en los proyectos.
Políticamente, estos proyectos son diversos. Hay planes de ayuda a organizaciones migrantes, por ejemplo, pero también es un foro para grupos antifascistas, punks y anarcos que critican profundamente (a veces incluso violentamente) al sistema.
Este gran grupo, esta colectividad, está unida justamente por un pensamiento político claramente de izquierda y también sensibilizado y responsable. No es la borrachera cotidiana bajo la bandera del "alternativismo", la crítica y el desorden; es la discusión, la reflexión y el intercambio en pos de un proyecto, una propuesta.

Todo ello resultó interesante justamente por tratarse de un elemento organizado y eficaz de crítica y oposición a lo establecido, pero también opuesto al desorden irracional, por ejemplo.

Berlín ofrece cosas así y mucho más. Lo interesante, poco a poco, es poder compararlas con lo que se hace en México. Lástima que la primavera venga con retraso: estamos a 14 de marzo y, mientras escribo esto, veo nevar.